En este último año, mientras personas de todo el mundo batallaban con niveles más elevados de estrés, depresión y ansiedad, muchas recurrieron a los alimentos que más las reconfortan: helado, pastelitos, pizza, hamburguesas. Pero algunos estudios realizados en años recientes sugieren que los alimentos cargados de azúcar y con alto contenido de grasa que se nos suelen antojar cuando estamos estresados o deprimidos, por acogedores que parezcan, son los que menos benefician nuestra salud mental. En cambio, quizá sea mejor apostar por los alimentos integrales como frutas, vegetales, pescado, huevos, nueces y semillas, frijoles y legumbres, y alimentos fermentados como el yogur.
Estos hallazgos provienen de un campo de investigación emergente conocido como psiquiatría nutricional, que estudia la relación entre la alimentación y el bienestar mental.
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La idea de que comer ciertos alimentos podría promover la salud cerebral, y a la vez mejorar la salud del corazón, tal vez suene a sentido común. Pero históricamente, la investigación nutricional en gran medida se ha enfocado en cómo los alimentos que comemos afectan nuestra salud física, en lugar de nuestra salud mental. Durante mucho tiempo, la posible influencia de la comida en la felicidad y el bienestar mental fue “prácticamente ignorada”, según señaló hace poco un equipo de investigadores.
Los estudios con grandes grupos poblacionales también han descubierto que las personas que comen muchos alimentos ricos en nutrientes informan sentir menos depresión y mayores niveles de felicidad y bienestar mental. Un estudio de este tipo, realizado en 2016, que dio seguimiento a 12.400 personas durante unos siete años halló que aquellos que aumentaron su consumo de frutas y vegetales durante el periodo del estudio se autoevaluaron con puntajes mucho más altos en cuestionarios sobre sus niveles generales de felicidad y satisfacción de vida.
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Sin embargo, los estudios observacionales de gran tamaño solo pueden mostrar correlaciones, no causalidad, lo cual plantea la pregunta: ¿qué viene primero: la ansiedad y la depresión llevan a la gente a elegir alimentos poco saludables, o viceversa? ¿Las personas que son más felices y optimistas se sienten más motivadas a consumir alimentos nutritivos? ¿O acaso una dieta saludable es la que las alegra?
Los resultados en Estados Unidos fueron sorprendentes por varias razones. La dieta benefició la salud mental, aunque los participantes no perdieron peso. Las personas también ahorraron dinero al comer alimentos más nutritivos, lo cual demuestra que una dieta saludable puede ser económica. Antes del estudio, los participantes gastaban en promedio 138 dólares a la semana en alimentos. Aquellos que cambiaron a la dieta saludable redujeron sus gastos a 112 dólares a la semana.
Los alimentos recomendados eran relativamente baratos y estaban disponibles en la mayoría de las tiendas de comestibles. Incluían cosas como frijoles y lentejas enlatados, salmón, atún y sardinas en lata, y productos agrícolas congelados y convencionales, dijo Felice Jacka, la autora principal del estudio.
“La salud mental es compleja”, comentó Jacka, directora del Food & Mood Centre en la Universidad Deakin en Australia y presidenta de la Sociedad Internacional para la Investigación de la Psiquiatría Nutricional (ISNPR, por su sigla en inglés). “Comer una ensalada no va a curar la depresión, pero se puede hacer mucho para levantar el ánimo y mejorar la salud mental, y puede ser tan simple como aumentar el consumo de plantas y alimentos saludables”.
Varios ensayos aleatorios han reportado hallazgos similares. En un estudio publicado el año pasado con 150 adultos con depresión, los investigadores descubrieron que las personas que siguieron una dieta mediterránea complementada con aceite de pescado tuvieron mayores reducciones de síntomas de depresión, estrés y ansiedad al cabo de tres meses en comparación con el grupo de control.
Aun así, no todos los estudios han tenido resultados positivos. Por ejemplo, un ensayo de gran tamaño que duró un año y fue publicado en JAMA en 2019 observó que una dieta mediterránea redujo la ansiedad, pero no disminuyó la depresión en un grupo de personas de alto riesgo. La ingesta de suplementos como vitamina D, selenio y ácidos grasos omega 3 no tuvo ningún impacto en la depresión ni en la ansiedad.