¿Cómo estás? ¿Cómo está tu familia? Estas preguntas me las hizo la periodista y poeta Gabriela Ruiz Agila y me pidió que le contestara por escrito. Era inicios de abril, creo. Época de plena pandemia del coronavirus. El confinamiento había comenzado el 17 de marzo y no había señales de que pronto terminara. Por el contrario, todo se complicaba. En Guayaquil los muertos se contaban por cientos. Estaban apilados en contenedores, regados en las calles. El pánico estaba presente.

Las preguntas se las formuló también a otras personas, sobre todo a escritores y gestores culturales de Guayaquil o que residen en esta ciudad. Los consultados contestamos, lo que dio pie a una correspondencia y una conversación con Gabriela. Ella alistaba un trabajo periodístico. Al poco tiempo, los testimonios se publicaron en la prensa.

Gabriela Ruiz Agila, autora del libro digital 'Ataúd en llamas'. Foto: Archivo.

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Lejos de creer que ya había hecho su trabajo, Gabriela sintió que el trabajo apenas comenzaba: siguió preguntando, recopilando más voces y pensó en un libro. Así nació, el pasado septiembre, Ataúd en llamas, una obra de formato digital, que editaron, de forma conjunta, la Universidad de las Artes y Mecánica Giratoria.

Hay palabras que se salvan de la ceniza / palabras-ramas del tiempo que habitan / y después de este permanecen porque cuentan nuestra historia”. Gabriela Ruiz Agila, autora de Ataúd en llamas.

El libro, de 98 páginas, contiene testimonios de 22 autores, entre ellos María Paulina Briones, Siomara España, Luis Carlos Mussó, Cecilia Velasco, Solange Rodríguez, Juan Carlos Cucalón, Cristian Avecillas, Laura Nivela y más. Lleva como subtítulo Testimonios de escritores en el Guayaquil de la pandemia. Antes de los testimonios, hay una documentada crónica de la catástrofe que se vivió en estos meses. La publicación cuenta con un prólogo de la escritora Mónica Ojeda y fotografías de Vicho Gaibor.

Somos una sociedad proclive al olvido. Por ese motivo, el libro ideado y realizado por Gabriela tiene el acierto de convertirse en memoria de un tiempo no solo triste, sino de completa indefensión. Buen cierre el epígrafe que consta en la página de los créditos: “Hay palabras que se salvan de la ceniza / palabras-ramas del tiempo que habitan / y después de este permanecen porque cuentan nuestra historia”. Tal cual. (O)

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Leer el libro en este enlace.

claramedina@gmail.com, @claramedinar