La hostilidad hacia los homosexuales y la restricción de sus derechos llevó que muchos abandonen Hungría y otros prevean hacerlo, dijeron a la AFP cinco miembros del colectivo húngaro de lesbianas, gais, transexuales y bisexuales (LGTB) que contaron su historia a la AFP.

El parlamento adoptó el martes un paquete legislativo que incluye la noción tradicional de familia y de "género" en la Constitución y prohíbe de facto la adopción a las parejas del mismo sexo.

Barbara: 'harta'

"Saber que no podré tener la vida que sueño con mi pareja y quizás formar una familia en el futuro me dan ganas de irme", declara Barbara Pongracz, de 31 años.

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"Estoy harta de este clima negativo", confiesa esta consultora de reclutamiento que trabaja como pinchadiscos en su tiempo libre en fiestas LGTB.

Las medidas tomadas por el primer ministro Viktor Orban, en nombre de la defensa de los "valores cristianos", han contribuido a alimentar el sentimiento antigay en los medios de comunicación y en las esferas políticas.

Varias personas del entorno del jefe de gobierno son prueba de ello. Uno llamó al boicot de los refrescos de Coca-Cola después de una campaña pro-LGBT del gigante estadounidense, otro tachó de pederastas a las parejas homosexuales que quieren adoptar niños.

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A principios de octubre, el propio jefe de gobierno pidió que se "deje (a) los niños tranquilos", en respuesta a la publicación de un libro infantil sobre el tema.

Marcell: 'que nos dejen en paz'

"La comunidad LGTB se ha convertido en un chivo expiatorio", estima Marcell Lenart, un profesor de 39 años, quien observa una "polarización" de los comportamientos en la calle.

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"Si voy con mi pareja de la mano en público, o bien recibo reacciones abiertamente progresistas o claramente homófobas", describe.

"Cuando lo único que queremos es que nos dejen en paz", afirma.

Él también está considerando el exilio, debido al endurecimiento de la legislación y la reciente disolución de una autoridad de lucha contra las discriminaciones.

"Aunque ahora no me planteo adoptar, puedo cambiar y es preocupante saber que no puedo hacerlo aquí".

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Ivett: 'más serena' en Berlín

Ivett Ordog, de 40 años, ya dio el paso cuando en mayo de 2020 prohibieron el registro del cambio de sexo en el estado civil.

La que fuera portavoz de la campaña "Drop 33" que se oponía a este texto trabaja desde septiembre en Berlín como directiva de ingeniería.

"Me siento más serena aquí. Antes de mudarme comencé a sufrir problemas psicológicos", cuenta.

Según Ivett, la nueva ley es una fuente de ansiedad para las personas transgénero.

Por ejemplo, recoger un paquete de Correos puede convertirse en una pesadilla porque tienes que mostrar tu carné de identidad y "revelar que eres trans".

"Generalmente no nos ocurre nada malo, pero cada vez hay que prepararse para lo peor, y si pasa frente a un público numeroso nunca sabes si alguien va a tomarla contigo", dice.

La "simple curiosidad" puede convertirse rápidamente en una hostilidad "contra una minoría de la que no conocen gran cosa".

Agoston: 'cansado' de la homofobia

Agoston, que no quiso dar su apellido, también se fue de Hungría, "cansado de la homofobia" verbal. La violencia física es poco frecuente en Hungría.

Este enfermero de 39 años, que solía supervisar la marcha del Orgullo en Budapest, asegura que en los últimos años ha sido víctima de "cada vez más ataques de la extrema derecha al margen de estas concentraciones".

Desde noviembre vive en un pueblo de Baviera, donde se siente "más solo que en casa, pero más seguro".

"Cuando leo las noticias sobre una nueva ley homófoba, al menos ya no me concierne directamente", añade.

Balint: de vuelta pero ¿por poco tiempo?

Cuando Ivett y Agoston se fueron de Hungría, Balint Meiszterics volvía.

Regresó a Budapest con su pareja tras un año en el Reino Unido en 2017 para volver a ver a amigos y familiares, pero ya "empieza a lamentar" su decisión.

"En Hungría, no puedes tener la misma vida que los heterosexuales, no puedes casarte, no puedes adoptar", enumera.

El joven de 29 años se está planteando volverse a ir al extranjero, por miedo a que las medidas contra los homosexuales se intensifiquen a medida que se acercan las elecciones legislativas de 2022.

"Solo espero que no lleguen tan lejos como en Polonia", donde varios municipios han decretado zonas libres de LGTB. (I)