Fue una de las primeras advertencias de los estilistas para quienes permanecían en sus casas durante la cuarentena: ¡No te cortes el cerquillo tú mismo! Pero muy pocos la siguieron.

Con los salones de belleza cerrados (al ser consideradas actividades no esenciales) y si no se podía salir a trabajar, a estudiar ni a socializar, entonces ¿qué mejor momento para un cambio radical de cabello? Con suerte, en pocas semanas, se podría retomar su look habitual.

Pronto, las redes sociales comenzaron a llenarse de fotos de personas cambiando la apariencia de su cabello y hasta se lanzaron tutoriales sobre cómo realizar un corte casero con éxito. Y si no lo lograba, ¡igual volvería a crecer! #Coronacuts #CovidCuts #QuarantineCut y #QuarantineHair son algunas de las etiquetas de Instagram que albergan los videos y fotos de las transformaciones y también de los errores.

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Por superficial que parezca, esta obsesión durante la pandemia se entiende de mejor manera al precisar que el cabello siempre ha sido una parte fundamental de la identidad de cada individuo, de su capacidad de expresarse y de cómo desean ser vistos por otros.

La manera en que se sienta respecto de su cabello podría afectar directamente su autoestima. Por eso, no es extraño que en un periodo de incertidumbre muchos hayan buscado reafirmar su personalidad desde la experimentación y la búsqueda de un estilo único y quizás más acorde con la manera en que se sienten al día de hoy.

Una alternativa ofrecida especialmente a las mujeres para no cortar su cabello fue el aplicar tratamientos (algunos caseros) para facilitar su recuperación y disimular el daño en las puntas, en el caso de cabellos largos, o por el constante tinturado. También fue una época para descansar de los químicos para alisarlo o de las planchas de cerámica y ¿por qué no? dejarlo volver a su textura natural.

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Los hombres se enfrentaron a sus propios desafíos: ¿debían renunciar a su barba?, ¿cómo mantenerla ordenada sin poder visitar con frecuencia al barbero? Mientras que otros, que antes no lucían este estilo, decidieron probar dejando crecer su bigote. Algunos apostaron por raparse la cabeza y ahorrarse preocupaciones durante algunas semanas.

¿Y qué ocurrirá ahora? Es probable que este jugar con el cabello de cuarentena facilite a muchos atreverse a aceptar un cambio más permanente o que sea el punto de partida simbólico de un nuevo inicio tras todo lo que ocurre en el planeta.