Estoy separado desde hace dos años. La amé intensamente, fui siempre leal y comprometido. Ella ha manifestado que no tiene intención de regresar, pues tiene ya formado otro hogar. No tuvimos hijos. Cuando tengo la oportunidad de verla o hablarle, me siento muy triste y tiendo a llorar en silencio. No me he divorciado y eso me está afectando en varios aspectos. Vivo solo y trabajo. Ante mi familia disimulo, pues este tema no puedo tratarlo con ellos. Me siento desorientado, sin apoyo.
Anónimo,
Guayaquil














