Ludwig van Beethoven nació el 16 de diciembre de 1770 en la ciudad de Bonn, en el centro oeste de Alemania. Por ello, el mundo festeja este año los 250 años de su aparición. Aunque en sus primeros años, este jovencito enfermizo y retraído, en ocasiones llamado Der Spagnol (‘el español’) por su tez algo oscura, tuvo poco que celebrar.
Su padre era un alcohólico que desde muy temprano observó el talento de su hijo, por lo que soñaba con ganar dinero organizando pequeños conciertos de ingreso pagado tal como hacía el padre de Wolfgang Amadeus Mozart, catorce años mayor a Ludwig, quien desde los 7 años de edad ya ayudaba a su progenitor a ganar buena plata. Y así ocurrió con Der Spagnol desde que cumplió 10 años de edad.
Su madre murió cuando él tenía 18 años, lo que agravó el alcoholismo de su padre, quien acabó en prisión. El joven Beethoven tuvo que ocuparse de sus hermanos como profesor de piano. Finalmente, en 1792, el príncipe elector de Bonn, Karl Lichnowsky, le financió un viaje definitivo a Viena (Austria), ciudad donde residieron los mejores músicos de la época, y que a partir de entonces sería el lugar de residencia del compositor. Allí recibió clases de composición con Joseph Haydn, de contrapunto con Johann Georg Albrechtsberger y Johann Baptist Schenk, y de lírica con Antonio Salieri. Y allí, sufriendo una creciente sordera, se hizo grande, inmenso, inmortal. Un inmortal que falleció el 26 de marzo de 1827 en esa urbe.
¿Qué lugares marcan la firme presencia de Beethoven en esas urbes?
Prodigiosos inicios en Bonn
Varios objetos personales se exhiben en la casa natal de Beethoven en Bonn.
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La casa natal de Beethoven. La Fundación Beethoven-Haus administra este inmueble sobre la calle Bonngasse que posee más de doscientos objetos originales entre los que figuran autógrafos, cartas manuscritas, retratos... y hasta un mechón de su cabellera. También algunos de sus instrumentos, como el teclado del órgano que de niño tocaba en San Remigio, la única iglesia gótica de la ciudad donde, por cierto, descansa su pila bautismal. El año anterior, unos cien mil visitantes llegaron a esa humilde casa con una sala de conciertos y un patio ajardinado.
Estatua en la Münsterplatz. El centro urbano de la antigua capital de la Alemania occidental, sembrado de parques y jardines, está peatonalizado, por ello resulta sencillo caminar hasta la Münsterplatz, junto a la majestuosa catedral con el claustro mejor conservado de Alemania. Esa plaza alberga el monumento erigido en su honor: una escultura de bronce que lo retrata como una persona seria, recta, acaso huraña, pero al mismo tiempo agraciada con el don de la creatividad, como dan cuenta la pluma y la partitura que sostiene entre las manos.
Lugares de sus conciertos. El genial Beethoven dejó, sentado al piano, su eterna sabiduría en dos sitios especiales. Primero, la Universidad de 1818, que tiene su sede en el Palacio Electoral (Kurfürstliches Schloss) y por la que desfilaron alumnos tan ilustres como Karl Marx, Friedrich Nietzsche y Thomas Mann. Segundo, el Palacio de Redoute, en el sur de la ciudad, donde dejó impresionado a Joseph Haydn
Orillas del río Rin. Lo atrajo con encanto. “La hermosa luz que yo vi por vez primera sigue apareciendo ante mis ojos siempre tan bella y clara”, escribió Beethoven acerca de este río, del que están impregnadas muchas de sus piezas: la Sinfonía en do mayor es definitivamente una obra del Rin. Este río le brindaba una vista privilegiada hacia el parque Siebengebirge (Siete Montes), el más antiguo del país, y hacia la colina de Drachenfels (la Roca del Dragón), donde quizás forjó su amor por la naturaleza.
En Viena se volvió inmortal
Monumento en el Beethovenpark. Ludwig van Beethoven llegó a Viena a la edad de 22 años. El monumento más importante que recuerda al artista, inaugurado en 1880, fue promovido en parte por otro famoso músico de su época, Franz Liszt, quien empleó los ingresos de su último concierto público (realizado el 16 de marzo de 1877 con motivo del cincuentenario de la muerte de Beethoven) para finalizar la estatua. El gran maestro dirige su mirada hacia la Konzerthaus (Casa de los Conciertos), donde sus obras se programan a menudo.
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Hogar de Beethoven en Heiligenstadt, que era un pueblecito con termas fuera de las murallas de Viena.
Museo Beethoven. Heiligenstadt era un pueblecito situado fuera de las murallas de Viena y una popular estación termal. Hoy es un barrio del distrito 19 (Döbling). Los largos paseos en plena naturaleza eran una fuente de energía para la débil salud del compositor. En uno de sus domicilios, sobre la calle Probusgasse, se inauguró en 2017 el Museo Beethoven, cuyas catorce habitaciones explican el traslado de Beethoven de Bonn a Viena, sus estancias en Heiligenstadt, los ingresos del compositor, la interpretación musical y su legado. En esta casa, Beethoven, con 32 años, escribió Testamento de Heiligenstadt, sumido en la desesperación. La carta, nunca enviada, explicaba a sus hermanos que su sordera no tenía curación.
Casa Pasqualati. Beethoven vivió un total de 35 años en Viena, varios de ellos en este apartamento de la cuarta planta en la zona de Mölker Bastei, que el barón de Pasqualati puso a su disposición entre 1804 y 1814. Aquí escribió, entre muchas otras obras, la Cuarta, Quinta, Séptima y Octava Sinfonías y la ópera Fidelio, además del concierto para violín y piezas de piano como su Para Elisa, que parece dedicó a Therese von Malfatti, su amor desgraciado. Beethoven podía gozar de hermosas vistas desde esta vivienda que permitía divisar las poblaciones que rodeaban la ciudad e incluso las colinas de los bosques de Viena. Hoy funciona como museo.
La tumba de Beethoven (izq.) reposa junto a un monumento a Mozart en el cementerio.
La tumba en el Cementerio Central. Su tumba original se hallaba en el cementerio del pueblo de Währing, donde fue sepultado el 29 de marzo de 1827. Pero en 1888 sus restos mortales fueron trasladados al Cementerio Central, junto a la tumba de Franz Schubert y a un monumento a Mozart. Aquí también están enterrados Johann Strauss y Johannes Brahms, como si todos se hubieran reunido para una gran sinfonía celestial. (M. P.)
Fuentes: Viajar de El Periódico (España), XL Semanal, wien.info, viennapass.es.