A casi 152 años de que Louisa May Alcott publicara Mujercitas, la actriz y directora de cine estadounidense Greta Gerwig estrenó hace poco la última versión de la obra original, que resultó en un éxito con seis nominaciones al Óscar, entre ellos mejor película y mejor guion adaptado, logrando el de mejor diseño de vestuario.

Desde su publicación, la famosa novela ha tenido adaptaciones cinematográficas, televisivas y teatrales, cada una fiel a la época en la que se desarrolla la trama de Alcott (durante la Guerra Civil en los EE. UU. entre 1861 y 1865), pero al mismo tiempo los cineastas han buscado situar la historia en el entorno de cada generación.

En este filme, que se estrenó en el 2019, Gerwig dotó de fluidez y frescura a la narrativa y a los conflictos.

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Las hermanas March: Meg (i), my, Jo y Beth en una de las escenas de la última versión de Mujercitas para el cine, dirigida por Greta Gerwig.

Además deja clara la intención de homenajear a Louisa May Alcott y a su icónica heroína, Josephine March, personaje construido con espíritu rebelde, libre e inconforme con los roles que son atribuidos al género femenino. Gerwig se permite el lujo de conjugar la realidad con la ficción, a través de Jo, evidente alter ego de la autora del libro, y ¿por qué no?, de ella también.

Para Irene Chikiar Bauer, periodista y escritora argentina y autora de la biografía Virginia Woolf, la novela no solo rompía con algunas conductas impuestas a la mujer, sino que guardaba la promesa de que las mujeres podían ser libres para hacer y ser lo que quisieran, aunque también mostrara realidades y obstáculos.

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Jo, como protagonista, es un personaje modernísimo para la época en la que está escrito, que rompió moldes y comenzó a abrir mentes sobre el absurdo concepto de feminidad.

Es justamente el uso de ese personaje más una estructura brillante y contemporánea que calza a la perfección con la vitalidad de la obra, llena de contrastes entre felicidad y tristeza, y que traslada el diálogo a nuestro tiempo al hablar sobre la ambición de la mujer en el arte, la igualdad salarial y, sobre todo, la propiedad intelectual y los méritos que derivan de ello.

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Greta Gerwig (i), actriz y directora estadounidense, junto a Saoirse Ronan, quien interpretó a Jo en la película. AFP

La Jo de Gerwig se acerca a ese deseo actual de romper los estereotipos de roles, pero sin apartarse de su lado humano, el que tenemos todos. Aquella discordancia entre ser fiel a sus principios (como el no querer casarse) o dejar de estar sola y sentirse amada la abruma, al verse inminentemente vulnerable frente a la necesidad de un amor, el de Laurie.

¿Quién fue Louisa?

Nacida el 29 de noviembre de 1832 en Germantown, Pensilvania (Estados Unidos), Louisa May Alcott fue la segunda de cuatro hijas. Creció en Concord, localidad cercana a Boston, en Massachusetts.

Sus padres fueron Abigail May y el pedagogo, escritor y filósofo trascendentalista Amos Bronson Alcott, muy vinculado al abolicionismo, al sufragio femenino y a la reforma educacional.

La familia May Alcott vivió una infancia de carencias económicas. Para ayudar a su familia, Louisa comenzó a trabajar desde joven en diversos oficios, como costurera, maestra o escritora.

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Desde muy joven escribió relatos y poemas, en 1851 publicó su primer texto con el seudónimo de Flora Fairfield, un poema que vio la luz en la publicación Peterson’s Magazine. Su primer libro publicado fue Fábulas de flores (1854) y su primera novela fue Moods (1864).

Con el seudónimo de A. M. Barnard cultivó el relato gótico y las historias de misterio, en títulos como Cacería de amor largo y fatal o El crimen y castigo de Pauline. Así, mucho antes de alcanzar el éxito con Mujercitas, Louisa ya había escrito cerca de 30 novelas de suspenso bajo dicho seudónimo (un género que le interesaba más que el que la llevó a la fama).

Al igual que sus padres, fue bastante activa a nivel social y político; pese a haber sido una mujer vinculada a su familia, nunca contrajo matrimonio ni tuvo hijos.

Apoyo paternal

Amos Bronson Alcott fue abolicionista, seguidor del trascendentalismo, un movimiento filosófico, político y literario estadounidense, era además pionero de la educación progresiva.

Fundó una escuela en Boston a la que llamó Temple, según contó a la BBC Mundo Susan Cheever, autora de Louisa May Alcott, A Personal Biography.

Las ideas liberales del padre alimentaron el espíritu libre de sus hijas. Así, las cuatro hermanas fueron educadas por él bajo valores democráticos, de igualdad, con libertad para vivir según sus propios principios y otras ideas totalmente revolucionarias para las mujeres de la época.

“Él era un soñador, un hombre interesante y muy involucrado en la educación y la crianza de sus hijas”, asegura Cheever.

Sin embargo, a raíz de su idealismo, también dejó a la familia, en muchas ocasiones, a merced de grandes dificultades económicas; y tanto sus hijas como su esposa se vieron obligadas a trabajar para sacar a la familia a flote.

Escribir para salir de la pobreza

La preocupación por las penurias económicas de su familia la motivó a escribir el libro que la sacaría de la pobreza para siempre. Thomas Nile, editor y amigo de la familia, le ofreció publicar un libro suyo, solo si su contenido era para jovencitas; ante la insistencia de su padre, se abocó a escribir.

En poco más de dos meses, después de horas de escribir a dos manos (Louisa se había enseñado a usar también la izquierda), la novela estaba lista y, el 30 de septiembre de 1868, vio la luz la primera edición.

“Fue un éxito absoluto, ganó mucho dinero, mucha fama”, afirma Cheever. En las primeras dos semanas desde que se publicó el primer volumen, se vendieron 2000 copias. Millones más se han vendido desde entonces, y la novela ha sido traducida a más de 50 idiomas.

Al primer libro, con elementos autobiográficos, le siguió cuatro años más tarde Good Wives (Buenas esposas), ambos libros constituyeron luego un solo tomo de Mujercitas editado en Europa.

Las siguientes publicaciones en la misma tónica fueron Hombrecitos (1871), Ocho primos (1875), Rose in Bloom (1876), Los muchachos de Jo (1886), y además otros títulos literarios.

May Alcott murió a los 55 años en Boston el 6 de marzo de 1888, tras sufrir un derrame cerebral. Un año después apareció su novela póstuma Un susurro en la oscuridad (1889). (C.G.S.)