Cuando los hijos llegan a la adolescencia, todos los padres pueden experimentar ese gran cambio que existe en cuanto a la comunicación que siempre habían mantenido con ellos, cuando eran niños. De pronto el pequeño que llegaba de la escuela y les contaba todo lo que había hecho en clases ya no les habla mucho o en el peor de los casos cierra sus respuestas con un sí o no terminando así cada intento de entablar un diálogo con él.