Este lugar tan mágico tiene una singular leyenda relacionada con su nombre, Huacachina, que en quechua significa “mujer que llora”. ¿Quién lloró tanto? Pues una hermosa mujer de ojos verdes se entristeció de tal manera por la muerte de su amado, un valeroso general en tiempos del Incanato, que con sus lágrimas quedó formada esta magnífica laguna de tono verdoso sembrada en pleno desierto del peruano departamento de Ica.

Los ecuatorianos, a pesar de la diversidad de nuestros hábitats naturales, no contamos con un desierto de semejantes características. Por eso al llegar a este sitio resulta imposible no sorprendernos por este paisaje rodeado de dunas, palmeras y árboles de huarango. Desde cierta distancia, Huacachina exhibe sus condiciones de gran oasis en el desierto. Los viajeros ya lo ubican como una visita obligada, y eso que la mayoría desconoce que en agosto del 2017 el diario británico The Telegraph lo designó como uno de los 21 destinos más impresionantes del mundo, el único de la lista en América Latina.

 El sandboarding es parte de la experiencia. Los expertos realizan saltos y acrobacias, pero los novatos pueden incluso deslizarse recostados.

 

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Pero la visita va mucho más lejo de la simple contemplación. Su geografía invita al viajero a practicar deportes de aventura como viajar en buggy, un vehículo grande en forma de coche que lo trasladará por las impresionantes dunas a toda velocidad, viviendo un momento lleno de adrenalina. Esta experiencia invita a vivir el desierto con todo intensidad, a la vez que nos acerca a su gran inmensidad porque el paisaje luce como mares interminables de arena amarilla.

Para aquellos que desean una vivencia más profunda, el sandboarding permite deslizarse por la arena del desierto en una tabla (sandboard), usando movimientos similares al surf o skate. Puede ser realizado de pie, sentado o incluso echado boca abajo para los principiantes, todo depende del nivel de dificultad. Los guías expertos enseñan las técnicas precisas. Las operadoras tienen sus oficinas en el oasis, por lo cual son vecinos de un buen número de hoteles y restaurantes que han hecho de este destino, según indican sus habitantes, el Oasis de América.

 

Los paseos por las islas Ballestas exhiben el Candelabro de Paracas.

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También en Ica

Los hermosos y fértiles viñedos, productores de vino y pisco, son el complemento perfecto para la aventura en el departamento de Ica. La gran fiesta en honor a las uvas sucede en marzo: durante varios días se realizan catas de pisco artesanal, se visitan diversas bodegas que preservan las técnicas tradicionales de elaboración y se celebran las raíces de la cultura local a través de la música y el baile.

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La gastronomía local apunta a la sabrosa sopa seca con carapulcra, plato emblema de esta zona sur del Perú. Esta sazón familiar brilla en cada casa y en los restaurantes campestres como La Olla de Juanita o El Tambo de Tacama, donde el grano conocido como pallar iqueño es puesto en un altar. Preparado en tacu tacu, picante o ensalada, se estará llevando a la boca un alimento que encierra cinco mil años de historia. 

No se puede ir de Ica sin visitar las Líneas de Nasca y las islas Ballestas en Paracas. Aprecie las primeras desde una avioneta, ya que algunas alcanzan los 300 metros de longitud y tienen figuras de animales con trazos muy definidos. Es importante visitarlas porque incluso hasta hoy existe un debate sobre su enigmático origen. 

Si gusta de la naturaleza, la segunda opción le resultará muy satisfactoria. Tome una embarcación rumbo a las islas y podrá descubrir de una gran variedad de aves marinas, observar familias enteras de lobos marinos, y apreciar a los tiernos pingüinos de Humboldt tomando sol sobre las rocas.

Fuente: PromPerú.

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