Con el aval de la Fundación Frederick  Ashton, la cual trabaja en conjunto con el Royal Ballet de Londres, la compañía guayaquileña En Avant, dirigida por Jessica Abouganem, ofrecerá un homenaje al coreógrafo nacido en Las Peñas en 1904. Serán dos funciones en la sala principal del Teatro Sánchez Aguilar el viernes 25 y sábado 26 de octubre, a las 20:30. Dicha gala será dirigida por la repertorista autorizada del Royal Ballet, Ms. Lynn Wallis, quien se encuentra  asesorando de cerca la puesta en escena.  

Además del acto introductorio (Mundo de las sombras de la obra La Bayadere), se presentarán las piezas Fonteyn solo (The Wise Virgins), Red Girls Duet (Les Patineurs), White pas de deux (Les Patineurs), The Tango (Facade) y Valses nobles (Et Sentimentales).

La Revista: ¿Cómo surge la iniciativa de En Avant por realizar un homenaje a sir Frederick Ashton en su tierra natal?

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Jessica Abouganem:   Se sabe muy poco de él y mucho menos de su trabajo y del lugar donde nació, que es Guayaquil. Para mí, era muy familiar el tema de Ashton porque yo crecí y me formé con una maestra que a su vez fue formada en la academia del Royal Ballet: Lelis Reyes (Panamá). Hoy he querido vincular esas dos celebraciones: el nacimiento de Ashton en el mes de independencia de Guayaquil.

¿Cómo se dio la gestión  con la Fundación Sir Frederick Ashton? ¿De qué manera están supervisando esta producción?

En 2017, En Avant presentó Carmen, fue su debut, y vino a vernos don Juan Castro y Velásquez, que en paz descanse, un tremendo aficionado del arte, de la música, de la danza. Se acercó a mí después de esa función y me dijo: “Jessica, ustedes deberían presentar Symphonic Variations del guayaquileño sir Frederick Ashton”. Desde ese momento fue decisiva la intención de hacer este homenaje. Contacté a la Fundación Sir Frederick Ashton y desde hace dos años estamos en conversaciones. Finalmente nos aprobaron el proyecto y vinieron las dos repertoristas autorizadas para hacer los montajes. En nuestro caso se nos asignó a Lynn Wallis e Isabel McMeekan.

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¿Qué impacto ha tenido la obra de Frederick Ashton en su trabajo, en su formación artística?

Mi maestra formadora se educó en el Royal Ballet y trabajó muy de cerca tanto con Frederick Ashton como con personalidades allegadas a él, bailarines de mucho renombre que trabajaron con él, como fue el caso de Margot Fontaine, primera bailarina de la época. Mi maestra tuvo una especial cercanía con ella, porque Margot estaba casada con un diplomática panameño y entonces eso estrechó las relaciones entre Panamá y Londres en el gremio del ballet. En cuanto a la metodología de enseñanza, para mí, hoy el Royal Ballet está por todo lo alto y siempre lo considero a la hora de hacer mis montajes como punto de referencia. 

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¿Qué elementos escénicos acompañarán la presentación?

En realidad, fuera de efectos de iluminación, estamos enteramente enfocados en la parte coreográfica y artística de los bailarines. No habrá escenografía, más bien habrá ambientación y vestuario.  

¿Por qué es importante que el público local conozca y aprecie el legado de este coreógrafo?

Es muy importante, partiendo del hecho de que él fundó una de las compañías más trascendentales e influyentes en el mundo del ballet, a nivel mundial. Dejó una amplia lista de obras, de repertorio, que a pesar de haber sido concebido en otras épocas, sigue siendo muy vigente y muy sensible. Le habla a muchos públicos, es muy diverso además. tiene desde piezas muy dramáticas hasta piezas extremadamente humorísticas. Es alguien con reconocimiento mundial y debería traducirse en un gran orgullo para la ciudad, porque voltea la mirada del mundo hacia nosotros. 

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¿En qué temas se profundizará en el conversatorio con Lynn Wallis e Isabel McMeekan?

El conversatorio se realizará el  lunes 21 de octubre, a las 17:00, en el lobby alto del teatro y  se abordará la vida de sir Frederick, su obra y la influencia que dejó con su repertorio.

Sir Frederick Ashton (1904 - 1988)

Frederick Ashton (c)  junto con su sobrina nieta Priscilla Illingworth Ashton de Ortega y su hermano, el Dr. Vicente Illingworth, durante su primera visita a Londres, en octubre de 1986.

Frederick William Mallandaine Ashton nació en Guayaquil (barrio Las Peñas) el 17 de septiembre de 1904. No había nada en sus antecedentes que sugiriera que  él se convertiría en uno de los coreógrafos más grandes de su tiempo y en una de las figuras más importantes del ballet británico. En esa época, de hecho, el ballet británico no existía y la danza no era una profesión respetable, en especial para un hombre. Ashton fue el cuarto de cinco niños de George Ashton,  vicecónsul de la Embajada británica en Guayaquil, y su esposa, Georgiana. Un matrimonio que se había asentado en América del Sur desde 1890.

En 1915, su familia se mudó a Lima (Perú), donde aprendió a amar el océano, una pasión que también tuvo un profundo efecto en su trabajo. Fue en esa misma ciudad donde, a los 13 años, acudió a ver la presentación que la legendaria bailarina rusa Anna Pavlova ofreció como parte de su gira por América del Sur, en el Teatro Municipal. “Verla bailar en el escenario fue mi final. Ella me inyectó con su veneno y desde esa tarde lo único que quería era bailar”, relata la biografía publicada por David Vaughan. En octubre de 1977, Frederick Ashton recibió la O. M., orden al mérito por la reina de Inglaterra, Isabel II, quien a su vez era una de las grandes admiradoras de su trabajo.

Priscilla Illingworth Ashton de Ortega, sobrina nieta del coreógrafo, quien reside en Guayaquil, comparte el recuerdo de su encuentro con él, en octubre de 1986. “Nos habló en un perfecto español, sin acento, y cuando lo felicitamos, simplemente nos respondió: El español fue mi primera lengua.  Nos invitó a compartir una copa  de sherry y  cuando se cumplieron los 30 minutos que nos había dado para la visita, nos pidió que aceptemos   otra copa.  El encuentro tomó casi dos horas. Conversamos de nuestros familiares, sus recuerdos del Ecuador,  su  música autóctona. Fue un lindo encuentro donde él  sintió la calidez y el cariño de familia.  La visita terminó con una invitación que nos hizo para asistir a  la función inaugural de la temporada de ballet  en el Royal Opera House, donde había ejercido  por años su cargo de coreógrafo del Royal Ballet y en la que recibiría un homenaje. Nos impresionó lo admirado y querido que era en el ámbito de las artes. Muchas personas se acercaban a saludarlo, pero en su rostro brillaban una  sencillez  y caballerosidad rara en una persona tan destacada”.