No se trata de una elección, sino de una situación a la que se llega con el tiempo. No es una crisis pasajera, sino crónica (se mantiene por más de 6 meses). Es común entre casados, pero también entre los que viven en unión libre. En el siglo XXI hay menos actividad sexual entre las parejas que en generaciones anteriores, resume el doctor Germánico Zambrano Torres, médico sexólogo y psiquiatra, miembro de la Asociación Mundial de Salud Sexual.

Hay explicaciones sociológicas, culturales, laborales, económicas y médicas que podrían explicar el cambio en este subgrupo de la población. Como referencia, “el 20% de las parejas estadounidenses asoman como asexuales (menos de 10 relaciones en el año), a lo largo de varios años”, dice el doctor Zambrano, y aclara que esto sucede independientemente de la edad y del atractivo físico.

Disparadores del distanciamiento

Uno de los primeros factores que incide en una pareja asexual es la disminución de la atracción física. “El otro viene a ser la falta de amor. Uno de los dos se casó para salir de un hogar conflictivo, para dejar una relación anterior catastrófica”. Pero hay más.

–Uno de los dos no está interesado en el cónyuge porque está teniendo una intensa vida sexual paralela con una tercera persona.

La doble moral es un obstáculo. “Las mujeres eróticas son las otras; la esposa es como una madre”. La deserotización de la pareja es un proceso psicológico que se puede presentar desde el inicio: a la primera señal de compromiso (petición de mano, cambio de aros), el deseo declina.

La pornografía, el sexting y las llamadas sexuales sustituyen la sexualidad convencional. “El individuo se deja atrapar, le es más interesante ese mundo acelerado e intenso que una relación real”, explica Zambrano.

Condiciones médicas: problemas hormonales, enfermedades crónicas debilitantes (lupus eritematoso sistémico, artritis reumatoidea) y efectos colaterales de medicamentos (anticonceptivos, antidepresivos, antiulcerosos) que afectan la respuesta sexual.

“No se trata de tomar una pastilla, sino de aclarar la dinámica de la relación; mejorar la situación médica no significa que todo será color de rosa; el mecanismo psicológico es muy complejo”. 

Trastornos emocionales, como la depresión o enfermedades mentales (esquizofrenia, paranoia, trastorno obsesivo-compulsivo).

Discrepancias en el deseo erótico entre los dos. El doctor Zambrano observa que cuando estas diferencias son menores, es posible llegar a acuerdos.

Conflictos ambientales y psicosociales minan las relaciones: un pasado de abuso sexual, una crianza rigurosa, diferencias socioculturales, de principios, económicas, pugnas de poder.

¿En qué casos no hay un pronóstico de reconciliación para la pareja? Cuando hay una homosexualidad no declarada de parte de uno de los dos. Cuando uno de los dos se casó solo para tener hijos, y al obtenerlos, la sexualidad pierde sentido. Cuando hay parafilias (conductas sexuales orientadas a objetos, situaciones, actividades o individuos atípicos).

Alternativas y herramientas

Es desafortunado, dice el médico, que se desconozca que hay tratamiento y se proceda a la separación, lo cual no eliminará el problema, sino que lo trasladará a la siguiente relación que inicien.

Siempre que los dos estén de acuerdo, se puede emprender terapia de pareja antes de la terapia sexual, e incluso aquella podría estar precedida por terapia individual. Podría haber la necesidad de solucionar primero un trauma por infidelidad, por ejemplo; sin eso, la terapia sexual no sería eficaz. Es un proceso que no puede acelerarse y que requiere la motivación de ambos.

El mensaje importante, dice el sexólogo, es: No deje que la situación avance; si ve que el contacto disminuye y se siente insatisfecho, convérselo en un buen momento (no durante la pelea), para llegar a alternativas. El diálogo y la sinceridad, material de lectura (se sugiere Nacidos para amar, Juan Palomino Muñoz; los títulos de Walter Riso y Jorge Bucay), más la asesoría de un guía espiritual pueden ayudarlos a vencer ciertos obstáculos. “Si después de intentarlo por uno o dos meses, siguen estancados, busquen ayuda especializada”.

La solución en este caso no será puramente farmacológica. “No se trata de tomar una pastilla, sino de aclarar la dinámica de la relación; mejorar la situación médica no significa que todo será color de rosa; el mecanismo psicológico es muy complejo”.

Pero si aún están los elementos del amor (intimidad, solidaridad, respeto, admiración y fortaleza para mantener el vínculo a largo plazo), hay una serie de recursos para hacer una reingeniería de la relación.

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Responsabilidad en salud sexual

“La educación sexual integral es una preocupación de los especialistas en esta rama. Desafortunadamente en Ecuador, aunque está en las leyes, no se aplica”, señala Rodolfo Rodríguez, psicólogo y sexólogo.

“La educación sexual integral empieza desde el nacimiento, porque cada etapa de desarrollo tiene sus características y necesidades, así como su forma de enseñar y su contenido”. No solo es la parte física o anatómica, eso es lo fácil de abordar, aclara el especialista, sino cómo la sexualidad se conecta con la mente y los valores de cada individuo. “Toda relación arranca con una conexión, y eso siempre empieza en el cerebro”.

Para Rodríguez, el sistema educativo aún no está preparado para afrontar esta tarea, de ahí que las personas deben asumir la responsabilidad de nutrirse en sexualidad, para una mejor calidad de vida. Siempre y cuando sean con expertos probados, es saludable asistir a charlas y talleres que propicien estas reflexiones.

“Los adultos que necesitan ayuda, por su edad, deben desaprender para aprender de nuevo. Y si se puede, deben sanar para poder continuar”.

Cultivar el placer

La sexualidad cumple dos funciones en la vida humana: la reproducción y el erotismo. Comprender la complejidad de la segunda también puede mejorar la percepción sobre las necesidades sexuales de cada persona.

“El erotismo tiene tres componentes: comunicación, amor y placer”, ilustra Rodríguez. La comunicación es el principal factor por el cual una relación empieza a resquebrajarse y a nivel sexual las palabras hieren más que las acciones, dice Rodríguez.

El amor es un sentimiento que debe reafirmarse y alimentarse todos los días. “No funciona como el amor filial, de padres a hijos, que es incondicional. Creer que sí solo es un desencadenante de problemas”, señala el experto.

“El erotismo tiene tres componentes: comunicación, amor y placer; la comunicación es el principal factor por el cual una relación empieza a resquebrajarse, y a nivel sexual las palabras hieren más que las acciones".

Por otro lado, el placer es el elemento más delicado de entender dentro del erotismo, porque para captarlo se empieza por conocerse a uno mismo. “Es un término sesgado, desdibujado por tantos prejuicios machistas y coitocentristas”, advierte Rodríguez.

El placer, añade, es una sensación que se percibe a través de los cinco sentidos. Para aprender a sentirlo y provocarlo, es necesario leer primero nuestro propio cuerpo, reconocer las zonas que se activan con los estímulos sexuales y experimentar con lo que genera gozo de forma personal.

El placer es muy importante para conectar, pero inicia por conocerse a uno mismo primero. Una forma de empezar a hacerlo es con educación sexual, es decir, con información científica y las vivencias personales, en especial el autoerotismo”, señala.

“Cuando conoces tu cuerpo y estás seguro de tus puntos de placer, eres más juicioso y responsable de él, por tanto al momento de compartirlo con una pareja eres más selecto. Las personas se empoderan para saber con quién tener relaciones, quién se lo merece”.

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El problema de la pornografía

Esta es una exaltación de los excesos, y puede conducir a las personas, especialmente a las que son expuestas a contenido pornográfico desde muy jóvenes, a asumirla como la manera normal de relacionarse sexualmente con el otro, recibiendo como respuesta el rechazo.

“Esto es lo que debemos cambiar”, opina el doctor Zambrano, “preparar a la juventud para que valore el vínculo que se genera con la sexualidad, que no es algo mecánico”.

El cambio que hace falta

Existe la teoría de que el amor apasionado solo dura de 2 a 4 años, y que por eso es válido hacer ‘recambios’ de pareja. Zambrano disiente. “La intensidad del amor no es solo la pasión erótica, sino todos los elementos, abrir el alma al otro”. Así, siempre habrá algo nuevo en la pareja.

“Un argumento de mucha gente es: ‘Tienes que hacer cambios, porque si no, te aburres’. Ni siquiera llegamos a conocernos a nosotros mismos del todo; ¿cómo no será el otro un misterio?”. (D. V., G. Q. B.)