Más de tres millones de venezolanos se encuentran fuera de su país, en 16 naciones de América del Sur y el Caribe, según la Organización de las Naciones Unidas. De ellos, se tiene noticia de 460.000 niñas y niños venezolanos migrantes. Para finales de este año, la ONU estima que la cifra aumentará a 5,3 millones. 

Desde 2018, la organización humanitaria World Vision echó a andar la iniciativa regional (Ecuador, Colombia, Perú, Brasil y Chile) Esperanza sin Fronteras, para atender las necesidades más urgentes de las familias venezolanas. Hasta el primer trimestre del 2019, habían  atendido a 70.000 personas (8.000 de ellas en Ecuador, incluyendo zonas fronterizas). La campaña entró a una segunda etapa que involucra al Programa Mundial de Alimentos (PMA), que al momento beneficia a 600 familias en Manta, ciudad con alta población migrante, como notifica Gabriela Becerra Sánchez, socióloga y coordinadora nacional de Comunicaciones de World Vision.

En enero de este año se inició una segunda etapa del programa, que a lo anterior suma apoyo a emprendimientos y asesoría legal. 

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Doblemente vulnerables

Las migraciones implican menores de edad sin documentos, acompañados de un adulto que no es su familiar o de otros menores o solos. “La trata, la explotación de personas, el reclutamiento por parte de grupos irregulares”, son algunas de las amenazas que Becerra cita. “Y aún al llegar a un sitio estable se enfrentan a la falta de acceso a la educación y salud”. 

Los niños, además, llegan con niveles de desnutrición marcados. Seis de cada 10 niños migrantes en la región andina tienen un grado de desnutrición que no les permite desarrollarse de acuerdo con su edad, según información levantada para la Organización Internacional para las Migraciones OIM). Esto les dificulta la inserción a una nueva sociedad. 

Si bien ha existido sensibilidad en cuanto al acceso a la educación pública, la capacidad del sistema no es suficiente, continúa Becerra. “Los padres están trabajando en situaciones informales, con los niños incorporándose a estas dinámicas”.

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Conceptos básicos

Gran parte de la vulnerabilidad que viven los migrantes se debe a la falta de empatía. Esta se alimenta, primeramente, de información incorrecta. Así que a más de buscar fuentes confiables, propone nuevas formas de mirar y nombrar:

-Ante los contenidos noticiosos, analice los hechos antes que la nacionalidad. “Esto ayudaría a evitar escenas de xenofobia”, manifiesta Becerra, quien coordinó este año en Quito el diálogo Niñez y Migración, propiciado por World Vision Ecuador y la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), con el aval del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur). 

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-Vea al migrante como una persona en un proceso, no como sujeto de caridad o fuente de problemas. 

-Refiérase a la persona en migración como alguien en situación irregular, no ilegal. “Cuando usamos de manera correcta las palabras, logramos que las personas sean menos vulnerables”.

-Diferencie entre las necesidades de las personas en tránsito (asistencia humanitaria emergente) de las de aquellos que tienen intenciones de establecerse (orientación económica y social). Esta distinción la hace Gabriela Benítez, especialista de Ayuda Humanitaria y Emergencias de World Vision.

-En cuanto a las organizaciones no gubernamentales, continúa Benítez, la buena coordinación entre ellas ayuda a no duplicar esfuerzos, sino complementarlos

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Todos, recalca Becerra, somos en alguna manera migrantes y no estamos exentos de que esto le ocurra de manera masiva a la población de un país. “Cuando lo comprendemos, tanto los grupos de acogida como los que están en movilización podrán recibir ayuda de una mejor manera”. 

Seguimiento a la migración venezolana

La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) presentó en mayo del 2019 los resultados de la cuarta ronda de la Matriz de Seguimiento al Desplazamiento (DTM, por sus siglas en inglés) realizada a población venezolana.

El estudio comprende a 1.985 venezolanos en 4 ciudades y 2 puntos fronterizos al norte de Ecuador, para identificar las características sociodemográficas y obtener datos sobre condiciones de vida, estatus migratorio, estatus laboral, rutas migratorias preferidas y necesidades. 

El informe destaca que 90% de los venezolanos encuestados están en edad productiva (entre 18 y 45 años), y el 28% ha completado alguna forma de estudio superior. El 77,4% trabaja en el área comercial y un porcentaje menor en el sector público y la construcción. Solo el 5,2% indicó haber firmado algún tipo de contrato de trabajo. El 87% de los que trabajan perciben un ingreso mensual por debajo del salario mínimo ($ 394).

Ellos identificaron como necesidades principales la asistencia para regularizar sus documentos, el empleo, la alimentación y la salud. Casi la mitad dijo haber experimentado algún tipo de discriminación por la nacionalidad. Sin embargo, el 88,6% expresó sentirse seguro en el lugar donde estaban al momento de la encuesta. El Gobierno del Ecuador, según OIM, afirma que el país ha recibido más de 263.000 personas. (D. V.)