Leer el libro de cuentos La primera vez que vi un fantasma, de la escritora Solange Rodríguez (Guayaquil, 1976), es como embarcarse en un viaje. Uno en el que una va plácida, confortable, hasta que de pronto ingresa a zonas de turbulencias. Y aunque vuelve la calma, ya no se está confiada, inocente. Se sabe que algo puede pasar. Que se debe estar alerta. Esa sensación hace entrañable el libro de esta autora ecuatoriana, publicado por la editorial española Candaya, en coedición con la Universidad de las Artes de Guayaquil, institución de la que Rodríguez es docente. Candaya ha editado con anterioridad a otros dos autores guayaquileños: Mario Campaña y Mónica Ojeda.

Solange Rodríguez tiene una maestría en Literatura Latinoamericana por la Universidad Andina Simón Bolívar y su carrera literaria la ha centrado en el cuento. Ha publicado hasta ahora siete libros de este género. La primera vez que vi un fantasma, su más reciente obra, tiene 138 páginas y 15 cuentos. Unos largos, otros cortos, que ingresan en el terreno de la micronarrativa. En las páginas de este libro caben muchos mundos, personas y situaciones. Historias que tienen un sello fantástico. No causan miedo, pero sí extrañeza. Tal vez una encantadora extrañeza. Así, por ejemplo, una mujer se casa con un árbol, unas mujeres diminutas se apoderan de un sofá de una casa y exploran con curiosidad el cuerpo de un hombre que duerme en este. El lector se encuentra, asimismo, con monstruos, animales, duendes y aparecidos. Y con dosis de reflexión y frases citables. En el cuento Paladar, por ejemplo, la protagonista dice: “Entre más vieja una, más rebelde” o “a veces los hombres sienten que tienen una responsabilidad didáctica hacia las mujeres”. Y cita a Susan Sontag para recordar que “la belleza es lo que permanece intacto entre las ruinas”.

En el cuento Un hombre en mi cama hay una mirada crítica a la tecnología y el calentamiento global, en tanto que en Pistola cargada se propone un juego literario, una exploración de la escritura y sus formas. Autor, narrador, historia y lector se entrelazan. La historia incómoda que nos contó Olivia el día de su cumpleaños es una situación narrada en primera persona por una mujer monstruo y tiene la estructura de una pieza teatral. Es un monólogo. En la presentación de este libro en Guayaquil la actriz Luciana Grassi escenificó el cuento.

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Ningún cuento de este libro se parece entre sí. Todos son diferentes. Para cada uno la escritora ensaya una estrategia distinta. Ese es otro de los puntos fuertes de este volumen. Si me preguntan por mis preferidos, diré que son todos, pero si me ponen a elegir, elijo tres: Un hombre en mi cama, Pequeñas mujercitas y El atanudos. Los disfruté de veras. Pero mejor léanlos ustedes y edifiquen su propia lista, porque como se dice en el cuento La primera vez que vi un fantasma, narración que da título al conjunto de narraciones, “si una deja que le decidan la vida, una se llena de odios, de fantasmas”. (O)