Los fibromas blandos o acrocordones podrían confundirse con estrías o cicatrices, pero en realidad son pequeños tumores benignos del color de la piel o de tonalidad oscura y consistencia blanda, unidos a la piel por un pequeño pedículo o tallo. Se ven, particularmente, en personas con obesidad.

Las zonas afectadas son los pliegues (cuello, axilas, ingle), sin embargo, pueden producirse en cualquier parte del tronco e incluso en la cara, especialmente en los párpados.

No deben ser confundidas con estrías, pues estas son depresiones de la piel, producto de la ruptura de las fibras elásticas y del colágeno, mientras que los acrocordones son tejido exofítico (crecen hacia afuera). En ocasiones, los pacientes pueden aplazar el tratamiento, por pensar que son queratosis seborreicas, lunares o verrugas, indica la médico dermatóloga Blanca Almeida Jurado.

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Resistencia a la insulina

El riesgo de los acrocordones está en que se consideran una manifestación temprana de estados de hiperinsulinemia, que no es diabetes, pero está a menudo asociada con ella.

La hiperinsulinemia se debe a la resistencia a la insulina, una afección en la que el cuerpo, en este caso la piel, no responde bien a concentraciones normales de insulina, obligando al páncreas a producir más.

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“La alta concentración de insulina aumenta la biodisponibilidad del factor de crecimiento insulínico tipo 1 (IGF-1), así como el factor de crecimiento endotelial vascular”, detalla la especialista, “lo cual estimula la división de las células y, por ende, el crecimiento de tejidos”.

El páncreas intentará esto produciendo una cantidad cada vez mayor de la hormona, para mantener valores normales de glucosa. Esta dinámica puede, con el tiempo, sobrepasar la capacidad del páncreas y derivar en diabetes de tipo 2, explica la dermatóloga.

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¿Qué dirá el especialista?

Lo más probable es que quien percibe un cambio en la piel acuda al especialista en dermatología. “Lo primero en que insisto es en cambiar el estilo de vida (alimentación saludable, aumento de actividad física)”, dice Almeida. Esa es la base para impedir que se formen nuevas lesiones.

Por supuesto, habrá un tratamiento para la piel ya afectada. Dependiendo de la localización y el tamaño, se puede realizar la electrodesecación o el tratamiento con nitrógeno líquido. Sin embargo, tenga en cuenta que cuando se corrigen los hábitos dietéticos, muchas de las lesiones pequeñas se desprenden por sí solas.

¿Sirven los remedios caseros?

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No es recomendable aplicar este tipo de tratamientos. Almeida menciona que se han comprobado casos de inflamaciones y quemaduras. “Lo mejor es acudir al médico y realizar tratamiento profesional, por su relación con otras enfermedades de la piel y metabólicas, algunas de las cuales requerirán intervenciones complejas”.

No solo es cuestión de peso

Los acrocordones tienen una alta prevalencia, casi la mitad de la población los presenta, según el dermatólogo e investigador estadounidense de la Escuela Médica de la Universidad Rutgers, Robert A. Schwartz. Puede presentarse junto con acantosis pigmentaria, que es el oscurecimiento y engrosamiento de la piel en los pliegues y surcos (en especial axilas, ingle y cuello) y que está también asociado a la obesidad y a la diabetes tipo 2, especialmente cuando se presenta en niños. Ninguna de ellas es infecciosa ni contagiosa.

Sin embargo, no necesariamente tiene que haber obesidad para tener insulinorresistencia. “Todos nosotros tenemos un punto límite en nuestro peso corporal, relativo a nuestra altura. Una vez que excedemos ese punto, nos convertimos en insulinorresistentes”, informan los especialistas del Hospital de Niños Rady, de San Diego, California. “Este punto límite varía grandemente de una persona a otra. Algunos individuos pueden desarrollar resistencia a la insulina al pasarse un poquito de peso, mientras que otros tienen que llegar a estar severamente obesos antes de llegar a ese estado”.

La base del tratamiento

El especialista empezará por dirigirlo a una alimentación saludable en la que predominen verduras y frutas con moderación. Estas, aunque son saludables, contienen fructosa, que lleva a la resistencia a la insulina si se consume en exceso. No menos importante es realizar actividad física. (D. V.) (I)

Todos nosotros tenemos un punto límite en nuestro peso corporal, relativo a nuestra altura. Una vez que excedemos ese punto, nos convertimos en insulinorresistentes.Especialistas del Hospital de Niños Rady, de San Diego.