Como durante los años de formación de los padres somos las personas más importantes del mundo para nuestros hijos, también somos el libro en que ellos aprenden los principios y las virtudes que los guiarán por un buen camino. Así, lo que hagan con su vida será, en buena parte, el resultado de lo que nosotros les inculquemos como valioso e importante.

No hace falta que nos gusten las labores de la crianza y ni siquiera que los hijos logren lo que esperamos de ellos para disfrutar de la dicha de criarlos. Amarlos es suficiente para vivir plenos. Nuestra felicidad y su bienestar dependen de la generosidad de nuestro afecto, no de lo dignos de amor que sean los niños. Y la forma en que los amemos es la que determinará cómo se tratará la Tierra, cómo serán las relaciones entre quienes la habitamos, qué armas se construirán, qué luchas se emprenderán, qué batallas se ganarán... qué vidas se sacrificarán.

Como padres no desafiamos la muerte viviendo más años, sino en la medida en que nuestro compromiso y amor por los hijos los convierta en seres responsables, dispuestos a servir, a contribuir y a dar lo mejor de sí mismos. Lo único que necesitamos para este propósito es esforzarnos por ser personas que ellos admiren tanto como para querer adoptar nuestras cualidades y que nuestras vidas les dejen un mensaje de fe en la humanidad y de esperanza en el futuro tan contundente como para que puedan ver que la vida tiene mucho para ofrecerles ...y que ellos también tendrán mucho qué ofrecer al mundo.

Publicidad

No es necesario que los hijos sean lo que nosotros soñamos ni tampoco sacrificar nuestra felicidad por darles todo lo que hará posible que ellos vivan dichosos. Ser felices y procurar que nuestros hijos lo sean es lo mismo. En la medida en que seamos unos padres comprometidos y amorosos gozaremos de la dicha de sabernos profundamente amados por ellos. Así, no tendremos que escoger entre lo que le conviene a nuestros hijos y lo que nos conviene a nosotros, porque también es lo mismo. Saber que su vida ha sido mejor por la forma en la que los hemos cuidado y amado será suficiente para que vivamos profundamente dichosos porque nos esforzamos por criar a los hijos para que sean personas dedicadas ante todo a obrar bien y hacer el bien.

angelamarulanda@gmail.com