Ricardo Koenig tiene 80 años, es un empresario argentino experto en marketing y publicidad. Su vocación del servicio social lo llevó a entregar 15 años de su vida a servir y presidir la Benemérita Sociedad Protectora de la Infancia de Guayaquil, entidad que tiene 120 años dando atención a menores en el Puerto Principal.
Esta etapa a la que llegó a finales del 2011 por invitación de un buen amigo la llevó con vocación, satisfacciones y también con tristezas hasta el pasado 26 de marzo, cuando en una asamblea de socios puso su renuncia irrevocable al cargo de presidente. Allí asumió Fernando Flores esta nueva etapa.
La Benemérita Sociedad Protectora de la Infancia es una organización privada sin fines de lucro fundada el 5 de octubre de 1905. Su misión se basa en el bienestar de niños, es por eso que creó el hospital León Becerra en ese mismo año, el hogar de niños Inés Chambers en 1929, la residencia Mercedes Begué para adolescentes en riesgo, etc.
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Además de múltiples convenios con misiones médicas humanitarias, acuerdos educativos, apoyo municipal y privado que mantuvo de pie y firme estas entidades.
En el León Becerra de Guayaquil se realizaron 63 misiones humanitarias y 5.700 intervenciones quirúrgicas gratuitas con profesionales extranjeros, de Francia, Estados Unidos, y nacionales.
Allí se atendió a miles de niños guayaquileños en diferentes especialidades, era un referente de salud pediátrica del centro sur.
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Mientras que el hogar Inés Chambers se enfocó en fomentar espacios de deporte y arte, como ajedrez y música en los niños.
Uno de sus hitos fue que hace tres años, un grupo de menores pudo ir a una competencia de ajedrez, en Bogotá. A más de su gran desempeño en el torneo, ellos pudieron tener una experiencia de vida única, como viajar por primera vez en un avión.
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Allí, los menores tuvieron profesores de pintura, ajedrez, de música, para abrir su mente, romper esquemas que les permitan crecer.
“Ellos hicieron mucha música con presentaciones pictóricas. Nuestros niños iban a tocar mientras la gente venía a la exposición de sus compañeros. El Municipio hacía estos festivales y ellos y nosotros estábamos muy orgullosos”, explicó Koenig.
En educación se firmaron acuerdos con 28 universidades e institutos de educación superior, lo que permitió que más de 5.000 estudiantes hicieran sus pasantías y prácticas preprofesionales en esa institución.
Todo esto lo recuerda con nostalgia, pues este hogar ya cerró por completo a fines del año pasado. Los 55 menores fueron entregados al MIES para que ellos se encarguen de su atención, ya no había recursos ni ayuda para continuar debido a la deuda que arrastra el Gobierno.
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El panorama de la Benemérita Sociedad Protectora de la Infancia cambió los últimos años y ahora la realidad es otra.
Koenig explicó que su renuncia se dio principalmente porque no tenía cómo poder pagar a los colaboradores debido a las múltiples deudas que arrastra el Gobierno, tanto por parte del Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES) como del Ministerio de Salud Pública (MSP) y del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS).
“La situación de la Benemérita era y es crítica, sobre todo porque los anteriores y este Gobierno no cumplieron con su obligatoriedad de entregar los recursos que corresponden”, lamentó.
Añadió que esto llevó a una situación insostenible, donde muchos trabajadores tuvieron que salir a buscar otro trabajo, porque se les llegó a deber hasta 18 meses, es decir, un año y medio en el caso del personal de salud y administrativo en el hospital León Becerra.
De una capacidad para 120 pacientes, ahora se atienden cuatro y quedaron trabajando solo tres personas: la directora, personal de mantenimiento; las instalaciones están vacías.
En tanto que en el hogar Inés Chambers se adeudan seis meses de sueldo a psicólogas, educación, cuidadoras, trabajadoras sociales.
“Pero si a esas educadoras les debes su sueldo, no pueden estar en su mejor ánimo para transmitir tranquilidad a los niños por las tantas preocupaciones que tienen sin el pago de su trabajo”, explicó.
Añadió que espera que la situación mejore en la Benemérita Sociedad Protectora de la Infancia y que el Gobierno actual concrete los pagos pendientes por el bien de los trabajadores y beneficiarios como son los niños.
“Con la experiencia del trabajo con los niños que vienen de hogares disfuncionales pudimos entender que a cualquier niño, si le das las herramientas necesarias, puede salir adelante. Me llevo la sonrisa de los niños y la satisfacción de vidas que cambiamos”, expresó.
Koenig ahora tiene previsto retomar las asesorías privadas para fomentar la visión social empresarial, poder seguir sumando su ayuda a la sociedad desde otra trinchera. (I)