Los miradores de Guayaquil: los ‘balcones’ que permiten ver una panorámica de ciudad y que moradores creen que se pueden potenciar

Contemplar los paisajes y rincones antiguos y nuevos de Guayaquil desde lo alto, rodeados de la fauna y flora de sus cerros, es una manera de conocer la urbe porteña y disfrutarla desde una perspectiva distinta a la cotidiana.Guayaquil, que este mes cumple 488 años de proceso fundacional, alberga varios espacios donde sus locales y también visitantes acuden en diversos horarios para admirar distintos paisajes de la urbe, interactuar con su fauna, observar la inmensidad de la ría y otros sitios situados en los extremos de la ciudad, como el Puerto Marítimo y los puentes de la Unidad Nacional.En lo alto de los cerros Santa Ana, del Carmen, Paraíso, Bellavista, entre otras elevaciones, se asientan varios barrios emblemáticos que esconden vistas únicas de la ciudad. Hay distintas perspectivas para aprovechar durante el día, como un atardecer desde el centro y asimismo la aparición de la luna desde el norte.Por ejemplo, luego de subir las 444 escalinatas del cerro Santa Ana, decenas de ciudadanos alcanzan a llegar al faro y admiran la amplitud del Guayas cobijados por la brisa que recibe a los visitantes de ese punto icónico.Desde allí, los ciudadanos pueden visualizar los recorridos de vías de alto tránsito como la av. Malecón, en el centro, y también hacia el norte, con la Pedro Menéndez Gilbert, que trae el tráfico que pasa por el túnel del cerro Santa Ana.En la cúspide de esa misma elevación, los visitantes gustan de tomarse fotos con los fondos del centro porteño, el desarrollo de edificios de Puerto Santa Ana e incluso las caídas del sol que se dan hacia la zona oeste. Hacia ese costado aparecen las casitas coloridas del cerro del Carmen e incluso cada cierto tiempo se observan aviones que despegan desde la pista del aeropuerto José Joaquín de Olmedo.En los días despejados se vuelve inevitable seguir su trayectoria hacia el sur, su giro de retorno para continuar sus periplos hacia el norte en su salida a distintos destinos.En el cerro vecino, del Carmen, una subida en automóvil desde la av. Julián Coronel, junto al hospital Luis Vernaza, conduce a un mirador con bancas que se ubica al pie de la cadena Ecuavisa . Allí, las parejas y grupos de amigos se juntan para admirar a la ciudad, sobre todo, su casco comercial, los edificios emblemáticos, el río con la rueda La Perla.Otros también se colocan en una losa abandonada para sentarse y acompañar su descanso con alguna bebida. En este sitio, un equipo de este Diario constató que existe acumulación de desechos de residuos de botellas, abajo del mirador.A pocos metros de este sitio se encuentra el espacio que alberga al monumento al Sagrado Corazón de Jesús, donde también hay un panorama de la urbe desde donde se puede admirar hacia el centro y norte.Movilizándose hacia el norte, otros dos puntos son muy frecuentados en Bellavista y Paraíso. En el mirador del primer sector existe una zona con guardias a la que se accede a pie o en carro por una loma alta, donde hay un mirador acondicionado con bancas de cemento y locales de comida.Desde allí, al caer la noche, se pueden admirar a distancia diversas ciudadelas, como Urdesa, Mapasingue, e incluso varios edificios del centro de la urbe, como el The Point. Este espacio también es preferido por parejas, algunas que han adoptado la costumbre de poner candados como una manera de recuerdo de su visita y simbolizar su amor.Al otro punto, situado en el cerro Paraíso, se accede desde la av. Carlos Julio Arosemena y se avanza a la calle Las Toronjas, donde hay una escalera que no representa mucha dificultad para llegar al área de unas canchas, desde donde se parten a varios senderos -con limitada demarcación- que ofrecen algunas vistas de la urbe.Asimismo, hay otros miradores en ciudadelas instalados en cerros, aunque no tienen estructuras físicas para recibir visitantes o señalética, pero son muy frecuentados. Uno de esos se ubica en la calle Avilés, de Lomas de Urdesa, donde hay un área de acera desde la que se puede observar la inmensidad del manglar que separa Urdesa de la Kennedy, y la arquitectura, entre edificios y viviendas de ambos sectores, además de templos religiosos cercanos. Hace unos años se colocaron rejas para evitar que los carros invadan un predio particular.La ciudadana Claudia Fiallos comentó que gusta de asistir al cerro Santa Ana en las horas cercanas al atardecer, sobre todo cuando llegan conocidos a visitar su hogar, mientras también aprovecha en horario nocturno para llevarlos al cerro Bellavista con el fin de tener otros paisajes desde ese punto del norte. A ella le gusta poder disfrutar la ciudad alejada del ruido de la gente y los vehículos, contó.Justamente, el lunes 3 de este mes, el día que ella asistió al mirador de Bellavista, se daba un escenario de la luna de ciervo. Desde allí captó varias gráficas del paisaje citadino con este escenario.Ella comentó que se podrían adecuar este y los otros miradores con mayores espacios de estacionamiento, señalización, controles de la gente que visita, y oportunidad de instalación de lugares comerciales, además de seguridad, para poder potenciar más sitios turísticos.“Lo más bonito para mí es poder ver la ciudad y sus contrastes, admirar la ciudad desde las alturas y obtener una perspectiva diferente del lugar. Que esté pensado y adecuado para que lo visiten, Guayaquil es una ciudad donde hay muchos locales visitando lugares turísticos y además los que vienen de otras ciudades, que eso incluya seguridad”, dijo.Corina Orozco, guía turística, comentó que gusta de considerar a los miradores como parte de los puntos por visitar en los recorridos que comparte con turistas. En estos sitios suele señalarles a los visitantes dónde se localizan puntos estratégicos de la ciudad, como el Puerto Marítimo, el Malecón, los cerros, además les enseña sobre la división de la ciudad, barrios, esteros y edificios más importantes.“Así tienen una idea más amplia de la ciudad y les suelo decir que ahora tienen una idea de dónde están aproximadamente los 3 millones de habitantes que tiene la ciudad”, comentó Orozco.Por ejemplo, ella contó que en el cerro Paraíso hay un plus en comparación con el cerro Santa Ana, ya que hay una vista hermosa de la ciudad, sin el esfuerzo de las 444 escalinatas y ciertos inconvenientes que suelen presentarse por seguridad.“Sería fantástico tener un mejor aprovechamiento de estas áreas, a cerro Paraíso sin vehículo propio es muy difícil llegar, es una excelente opción para adultos mayores y niños ya que no exige mucho esfuerzo físico, en el cerro Santa Ana es difícil que ellos suban porque cansan los 444 escalones, en especial cuando hace sol”, dijoEn el cerro Santa Ana, ella sueña con la construcción de una especie de cabinas suspendidas o ascensores para facilitar la subida al cerro, como se ofrece a los visitantes de El Pan de Azúcar, en Río de Janeiro (Brasil).Estas áreas de miradores, ella sugirió que se podrían aprovechar más a nivel turístico con la instalación en sus alrededores de pequeños mercados de artesanías, puestos ordenados de bebidas y comidas típicas. (I)

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