El atardecer cubre el corazón de Guayaquil. La brisa refrescante del río Guayas los abraza y la melodía romántica de un saxofonista los endulza, mientras caminan solos, en pareja o en familia, unos pensativos y otros riendo, siendo felices por estar ahí, descansando, sentados en una banca del bulevar 9 de Octubre.