Fueron a Playas en busca de tranquilidad tras estar, en unos casos, ‘encerrados’ por más de un año

General Villamil Playas, GUAYAS Xavier Vera permanecía sentado bajo una sombrilla observando a sus tres hijos, Asahel, Eduardo y Matías, y a su sobrino Nicolás, quienes removían arena con las manos para realizar un hueco profundo en el balneario de General Villamil Playas. El hombre cantaba y decía sentirse relajado al estar rodeado de ese ambiente natural: el vaivén de las olas, el calor del sol y la refrescante e intensa brisa. Un cuadro perfecto después de más de un año y medio de pandemia, que obligó a extremar cuidados y a pasar incluso un tiempo en cuarentena.“ Dos años de perderse esta maravillosa obra de la naturaleza, demasiado relajado, disfrutando cada momento, afianzando los lazos de familia. Esto de la pandemia fue un estrés, todo cambió . Ahora traté de retomar eso (los paseos), es maravilloso, es como si usted estuviera volviendo a caminar de nuevo. Esto es esperanza de nuevo”, narraba el hombre guayaquileño bajo el parasol que compartía con su esposa y un cuñado.Desde el domingo 31 de octubre, esta familia guayaquileña gozó del paseo en la tradicional banana (juego acuático inflable), de caminatas al pie de la orilla de la playa y también ha admirado hasta la llegada de los pescadores que traen la carga conseguida en sus faenas. Actividades que luego de más de un año y medio de pandemia volvían a disfrutar a solo 45 minutos del Puerto Principal, según el hombre.Vera y su familia, en su mayoría inmunizados contra el COVID-19, estaban hospedados en un hotel cercano al malecón del cantón, donde se quedarían hasta este martes 2. En la tarde de este lunes 1, el padre de familia esperaba degustar un plato de langosta y luego pasear con sus allegados por Data de Posorja, Engabao y el Morro, sectores aledaños a Playas.Metros más adelante, en la orilla de la playa, eran decenas los niños y adultos que se refrescaban con las olas. En la arena, varios menores corrían, hacían castillos o remataban un balón con sus padres y hermanos. Jugaban al aire libre, olvidando por un instante el encierro obligado por el que pasaron en el confinamiento, contaron.Entre esos estaba sentado Tyrone Silva junto con su segundo hijo, Diego, de 5 años. Ellos disfrutaban sus últimas horas antes del retorno a casa. Ambos removían arena mojada para armar una torre de arena.Ahí, el padre resaltó que era su primera salida fuera de Guayaquil con su familia, integrada además por su esposa y una hija, luego de los meses más trágicos de la pandemia. Ellos dijeron que aprovechaban que ya están todos los miembros de su familia vacunados contra el COVID-19, a excepción del menor que esta semana recibirá la primera dosis del biológico.Destacó las rondas seguidas de personal militar para que todos cumplan las normas, como los comerciantes y personal encargado del alquiler de sombrillas y carpas, que estaban entre $ 6 y $ 20. “Mi esposa me dijo que saquemos a los niños porque se hostigan de lo mismo, del ambiente, ya acá tratamos de andar con el mayor cuidado”, resaltó y contó que el pasado domingo estuvieron en Engabao.Otros llegaban a pasar el día. Guillermo Castro Aguilera, del recinto Coloradal, del cantón Palestina, Guayas , estaba complacido por la sorpresa de su hijo John que lo convenció de viajar a Playas a pasar un día de relajamiento. Su jornada empezó con unos camarones apanados y cerca del mediodía contemplaba el mar a la espera de que aumente un poco más la temperatura para ingresar al agua.“ Uno se sentía mal, acorralado, por suerte está mejorando la situación (con la pandemia), aunque se llevó a uno de mis mejores amigos ”, contó el hombre de 70 años, que también estuvo afectado por el virus y logró recuperarse. Asimismo, el adulto mayor ya recibió las dos dosis de la vacuna contra el COVID-19.En esa zona también hubo turistas de la Serranía ecuatoriana, como los que llegaron de Riobamba y Ambato, que planeaban su retorno hacia Guayaquil para luego continuar el viaje hacia sus ciudades.Un ambiente similar, de alto movimiento de turistas, se evidenció al mediodía de este lunes 1 en la playa de Varadero , jurisdicción de Data de Posorja. Las carpas estaban divididas para mantener el distanciamiento de grupos familiares que se agolparon a ese balneario.En la orilla del balneario estaba expuesto al sol, con su pantalón de baño, Genaro Vargas , quien llegó a olvidar el ruido de la ciudad. Él junto con su pareja y una nieta se alojaron en una vivienda de una familiar desde el domingo pasado hasta el lunes 1, en el sector de la misma comunidad de Varadero.En su visita también aprovecharon para ir al cementerio de Posorja, donde permanecen los restos de la mamá de su nieta. “Vinimos sobre todo a sacar el estrés de la ciudad. Acá es más tranquilo”, dijo el hombre mientras las olas lo remojaban, a pocas horas de volver a Guayaquil.Para este martes 2, el ciudadano que reside en Esmeraldas Chiquito, en el sector de las Malvinas, en Guayaquil, esperaba visitar a sus seres queridos en la Perla del Pacífico. Ese retorno adelantado también preveían otras familias para recordar a quienes ya descansan en los camposantos de la ciudad.Durante la jornada de este lunes 1, el peaje de Chongón evidenció largas columnas de vehículos que continuaban saliendo hacia balnearios de la costa. Un total de 78.374 vehículos cruzaron el peaje en esa dirección desde la mañana del viernes 29 octubre hasta la tarde de este lunes 1 de noviembre , según datos de la Comisión de Tránsito del Ecuador (CTE). (I)

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