Desde las 04:00, María empieza su jornada preparando café pasado, hirviendo huevos y armando sánduches con pan enrollado caliente, una receta sencilla que forma parte del desayuno de muchos ciudadanos en las calles de Guayaquil.
A las 06:00, ella ya está instalada con su carrito en una vereda de la avenida Joaquín José Orrantia, en el norte de Guayaquil. Allí, junto con otras vendedoras, ofrece un desayuno económico y muy demandado por quienes se dirigen a sus trabajos por la mañana. Los comerciantes se distinguen por cargar canastas, termos y también unos improvisados coches para trasladar bebés.
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“Con esto sobrevivimos”, cuenta María, quien trabaja en ese oficio desde hace aproximadamente dos meses con su concuñada, también vendedora ambulante.
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Mientras ella sirve el café, su concuñada también atiende a los clientes con un bebé recién nacido cargado en la espalda. Ambas han convertido esta rutina en su forma de subsistir. “Con un dolarito no se empobrece”, afirma María con una sonrisa, invitando a los transeúntes a probar su desayuno.
Por un dólar, los ciudadanos pueden disfrutar de un vaso con café, acompañado de pan enrollado con queso. Como alternativa también pueden optar por una bebida de hierbaluisa o chocolate caliente por solo $ 0,25.
La presencia de estos vendedores con la oferta de opciones de desayuno se replica en las avenidas Juan Tanca Marengo y Francisco de Orellana. En estos sitios, los conductores paran brevemente la marcha, hacen su pedido y se retiran, mientras que otros peatones aprovechan para tomarse una pausa y disfrutar del alimento y la bebida.
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Algunos compradores describen este desayuno como “sencillo pero completo”.
“Lo llamo un desayuno continental. Un cafecito con pan a un dólar es bien barato y rico”, dice Luis Cevallos, un cliente habitual que trabaja desde hace más de cinco años en la zona de la terminal terrestre de Guayaquil.
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Este hombre cada mañana se detiene en la avenida Juan Tanca Marengo, cerca de una estación de servicio, antes de comenzar su jornada para tomar el café con pan de María.
El flujo de clientes es constante entre las 06:00 y las 09:30, horario en el que María atiende sin pausa. Muchos se detienen en sus autos, bajan el vidrio y hacen su pedido. Otros cruzan la calle o se acercan caminando.
A pesar de las dificultades, como la informalidad, vendedoras como María mantienen viva una tradición que ofrece una pausa en medio del ajetreo matutino.
“Esto es lo nuestro”, sostiene María mientras sirve otro vaso de café.
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A pocos metros de estas calles del norte de Guayaquil, en horas de la mañana, se puede percibir el aroma a café caliente y pan de mantequilla.
En un recorrido a lo largo de las avenidas Francisco de Orellana y Juan Tanca Marengo se suele ubicar alrededor de una docena de vendedores de pan con café, en su mayoría comerciantes mujeres que buscan un sustento económico para su hogar. (I)