Amparo Romero Herrera, 30 años, vive en la cooperativa Promesa de Dios, en Monte Sinaí, noroeste de Guayaquil. Cuando su esposo se enfermó por COVID-19 ella ya estaba embarazada del segundo hijo del hogar, pero por la preocupación de la salud del jefe de hogar no se hizo una prueba que confirmara su estado de gestación. Su pareja, Xavier Romero, de 32 años, murió el año pasado, al inicio de la pandemia, sin saber que dejaría otro rayo de luz para esta joven: Xavier Benjamín, ahora de seis meses, y una niña de 7 años, quienes son el motor de la vida de esta madre.