Debe cubrir nariz, boca y barbilla (mentón). Y hay que ajustarla a la cara para que no queden aberturas por los lados que permita el paso del aire sin filtro. Su uso se hizo común desde hace siete meses en Ecuador por la pandemia del COVID-19 y obligatorio desde hace seis meses en Guayaquil para poder transitar. Pero todavía hay quienes no utilizan las mascarillas cuando andan incluso en sitios concurridos. También están los que las llevan debajo de la nariz, en el cuello, en las manos y hasta en los bolsillos.

El uso correcto de la mascarilla junto a otras medidas como el distanciamiento físico (al menos 2 metros) y el lavado y desinfección de las manos siguen siendo las medidas preventivas que hasta el momento, según epidemiólogos, dan resultado para evitar más contagios de COVID-19, la enfermedad que en Ecuador ha provocado hasta el corte de este jueves 12.306 fallecidos (entre confirmados y probables) y 150.360 contagiados confirmados con pruebas PCR.

“Las mascarillas siguen siendo una herramienta importantísima para disminuir la posibilidad de adquirir el virus. Y no solo para este virus, SARS-CoV-2, sino que se ha evidenciado una disminución de casos productos de otros virus respiratorios (como el resfriado común”, dice Andrés Díaz Armas, médico-infectólogo.

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Estos métodos de barrera (que incluyen el evitar estar mucho tiempo en sitios concurridos y de poca ventilación, donde el aire pueda recircular) son los más importantes en los actuales momentos en la lucha contra el COVID-19, indica Washington Alemán, clínico infectólogo y director técnico de la Unidad de Prevención de Enfermedades Infecciosas del Municipio de Guayaquil.

“Hace dos semanas, las organizaciones internacionales recomendaron y certificaron que el mayor problema en la transmisión del SARS-COV-2 son los que se denominan aerosoles, es decir, que más importante que el virus se quede en una mesa o en alguna superficie es que una persona infectada lo transmita al toser, al hablar… y que la otra persona que no está infectada lo respire, lo inhale”, destaca sobre la importancia del uso de la mascarilla y de la percepción de riesgo que debe tener la ciudadanía en las actividades diarias que vaya a cumplir.

Pero no basta solo con usar correctamente la mascarilla. Hay que tener otros cuidados con el manejo y con su lavado para evitar posibles contagios, como el que podría darse al tocar cubrebocas mientras se usa o después de aquello.

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La mascarilla es de uso personal, no puede ser compartida. En el caso de las quirúrgicas no deben ser reutilizadas, hay que desecharlas después de cada uso.

El epidemiólogo Alemán menciona que las quirúrgicas tienen una duración (protección) de aproximadamente ocho horas de uso continuo o permanente. Estas se deben cambiar también cuando se ensucian, se humedecen o se dañan. “No se recomienda lavarlas, ni guardarlas en el bolsillo, ni tomarlas con las manos, sino se contaminan las manos”.

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Las mascarillas caseras o de tela deben cumplir también determinados parámetros para garantizar protección, como tener al menos una triple capa de tela (con un lado impermeable, otro que evite que se moje y un filtro en el medio). El material más absorbente, como el algodón, por ejemplo, va más cerca de la boca, según recomendaciones internacionales. Estas también se deben lavar a diario, luego de cada uso, y se las deja secar al sol. Dependiendo del tipo de tela tienen un tiempo determinado de vida útil, que es cuántas veces se las puede lavar (algunas resisten 30, 45 lavadas).

Y al igual que las quirúrgicas no se las debe manipular en la parte frontal mientras se las usa ni tampoco se las debe guardar en las carteras, en los bolsillos o dejarlas al alcance de otras personas. Si no está sucia ni mojada la puede guardar en una bolsa de plástico limpia y de cierre fácil, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).

En sectores de Guayaquil, como en la Bahía, muchos comerciantes y transeúntes no utilizan mascarilla o la llevan mal puesta, como evidenció este Diario el martes último. Un ejemplo, de diez informales que tenían su mercadería en el piso, en la vereda de la Caja del Seguro, en la avenida Olmedo, solo cinco la llevaban puesta. Esto atemoriza a los residentes de la zona.

“De qué vale que uno se cuide tanto si vemos que aquí en la Bahía recorren todo el día sin mascarilla y no hay autoridad que los detenga, al menos que los retire. Aquí hay comerciantes de tercera edad, me preocupa que por irresponsabilidad de otros, ellos se contagien o vuelvan a recaer”, expuso Juan López, de 29 años, trabajador de un local en la av. Olmedo. (I)

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