Hay personajes en la historia de Guayaquil que dejaron huella por su trabajo en la ciudad, a pesar de haber nacido en otras latitudes. Uno de ellos es el destacado científico y médico japonés Hideyo Noguchi.

Llegó a la ciudad porteña el 15 de julio de 1918 como parte de la Comisión de Salubristas de la Misión Rockefeller, comandada por el doctor Michael O’Connor, para erradicar la fiebre amarilla de Guayaquil, epidemia que atacaba a la población desde el siglo XIX.

Según una reseña del historiador Rodolfo Pérez Pimentel, el médico asiático llegó en la embarcación Ucayali cargado con equipos bacteriológicos y conejillos de indias, con los que enseguida comenzó a trabajar en investigaciones para la epidemia de fiebre amarilla.

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La comisión estaba conformada también por los doctores Arthur Kendall y Mario Loffredo para labores de saneamiento, Charles Elliot para los clínicos, y Redenbaugh. A ellos se sumaron el doctor Wenceslao Pareja, director del hospital de fiebre amarilla en Guayaquil, León Becerra, director general de Sanidad, y médicos del hospital de Ancón.

Noguchi laboró en el lazareto de La Atarazana. Se instaló en un cuarto donde observaba pequeños animales y aves para los experimentos que realizaría. Según la publicación de Pérez Pimentel, en la muestra de sangre que tomó de la enfermera Asunción Arias, Noguchi dijo haber encontrado el germen de la fiebre amarilla.

Así, el japonés creó una vacuna que inyectó en Quito a 22 soldados que iban hacia Guayaquil. En su llegada a la ciudad porteña, algunos de ellos se enfermaron con la fiebre amarilla, y se reforzó con una segunda dosis de linfa a quienes no se habían contagiado.

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“Sin embargo, Noguchi solo había encontrado el agente de leptopirosis o ictericia infecciosa, que en algunos casos puede coexistir con la fiebre amarilla en el organismo humano, no pudiendo localizar al virus de esta última enfermedad por cuanto aún no se había inventado el potentísimo microscopio electrónico”, refiere la reseña de Pérez Pimentel.

El busto del científico y médico japonés Hideyo Noguchi fue inaugurado el 22 de junio del 2018 en los exteriores del Palacio de Cristal.

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Noguchi se quedó más tiempo del previsto con la Misión del Instituto Rockefeller. El 22 de octubre de 1918 se le rindió un homenaje en el teatro Olmedo al entonces descubridor del ‘germen de la fiebre amarilla’. El Gobierno le entregó una condecoración y también la Facultad de Medicina de la Universidad de Guayaquil le otorgó un doctorado honoris causa. Además se le asignó el grado de coronel y cirujano mayor del Ejército ecuatoriano en forma ad honorem. Cinco días después, Hideyo Noguchi regresó a Nueva York.

El destacado científico nació el 24 de noviembre de 1876 en la aldea de Sanjogata, en la región de Inawashiro, prefectura de Fukushima, en Japón.

Su nombre original es Seisaku, hijo de Sayasuki y Shica. Su tutor fue Sakae Kobayashi, y años después el doctor Kanae Watanabe le ofreció trabajar en una clínica de su propiedad.

Una vez que pasó a ser asistente del hospital de Juntendo, cambió su nombre a Hideyo, que significa ‘formando un nombre en el mundo’, según una reseña del extinto historiador Efrén Avilés Pino.

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En 1896 Noguchi viajó a Tokio, donde a la edad de 20 años obtuvo autorización para ejercer la medicina. En 1901 viajó a Estados Unidos para realizar varios trabajos de investigación. Tres años después entró al Instituto Rockefeller. En 1910 publicó el trabajo Serodiagnóstico de la sífilis. Un año después presentó el cultivo de la espiroqueta de la sífilis, obteniendo así su título de doctor en medicina.

Después de su paso por Guayaquil, Noguchi trabajó en México y Perú, donde también ha sido homenajeado por su labor científica en estos países.

El japonés falleció en 1928, mientras trabajaba por el Instituto Rockefeller en Accra, Ghana, para erradicar un brote de fiebre amarilla en esa zona, al ser mordido por un mono cuando les inyectaba sangre de infectados con esa patología.

En Guayaquil el legado de Noguchi es recordado con una calle del centro-sur que lleva su nombre y que en el siglo pasado era conocida como calle Chanduy. Está ubicada en la parroquia Ximena, se inicia en la calle Ayacucho y termina en El Oro. Mediante ordenanza municipal del 3 de octubre de 1996 se ratifica su denominación en honor al científico japonés.

También con una unidad educativa y un busto en su honor que se inauguró en el año 2018 en los exteriores del Palacio de Cristal. (I)