Durante la época colonial, la vestimenta de los guayaquileños estuvo influenciada por la moda española y otros sitios de la región que estaban bajo el yugo de la corona hispánica.

Una investigación de la Fundación Bienvenido Guayaquil ha profundizado en conocer los atuendos que utilizaban las damas porteñas a finales del siglo XVIII e inicios del XIX, época en la que se gestó la independencia de la ciudad. Una de las prendas tradicionales en ese tiempo, era el faldellín.

En la publicación El Viajero Universal o Noticias del antiguo y nuevo mundo del año 1797, se indica que la vestimenta de las mujeres guayaquileñas era similar al de las panameñas, con la característica de que las primeras utilizaban el faldellín, cuando salían para realizar visitas o ceremonias en sus domicilios.

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“Este ropaje, que no es más largo que la pollera, está abierto por delante cruzando el un lado sobre el otro, y lo adornan con mucha ostentación y costo; pues sobre la tela principal lo ribetean o guarnecen con una faja de media vara de ancho de otra tela superior, la cual vuelven a cubrir con muchos encajes finos, franjas de oro y plata, y cintas sobresalientes”, refirió la publicación.

Fernando Mancero, integrante de la Fundación Bienvenido Guayaquil, explicó que varios relatos de extranjeros que visitaron la ciudad recogen la vestimenta de la época.

Es el caso del escritor y geógrafo italiano Julio Ferrario, quien a finales del siglo XVIII, en su libro Costumbres antiguas y no modernas de todos los pueblos de la América Meridional, segunda parte, describió que las guayaquileñas utilizaban el faldellín para hacer visitas.

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Agregó que, cuando no querían ponerse el manto, llevaban una capa de bayeta de color musgo claro, guarnecida de terciopelo negro, pero sin encajes ni otros detalles.

Mancero explicó que en estas descripciones del faldellín no había dibujos. Pero el hallazgo de un cuadro de Vicente Albán de 1783, hizo que se revelara el diseño de la prenda.

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“Este cuadro lo hizo Vicente Albán para ser llevado a la Corte en Madrid, para que el rey vea el tipo de personas que hay en la Real Audiencia de Quito, había varios cuadros para enseñarle al rey quienes eran sus súbditos", indicó Mancero.

El cuadro se denomina Señora principal con su negra esclava, que reposaba en el museo de América, en Madrid.

“Aunque no detallaba que eso que usaba la dama blanca era faldellín, al ver este cuadro, en la investigación, notamos que coincide totalmente con las descripciones escritas por los viajeros”, dijo Mancero.

El historiador indicó que, por ejemplo, en el diccionario de la enciclopedia Espasa Calpe, en el tomo 23 págian 132, se define al faldellín como "especie de guardapiés que usan las mujeres de Guayaquil, abierto por delante, aunque se cruza un tanto sobre el otro".

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Probablemente, las mujeres que vivieron y participaron de los hechos para la independencia de Guayaquil en 1820 hayan lucido el faldellín.

Mancero sustentó esto con un extracto del libro San Martín y Bolívar, entrevista de Guayaquil 1822, escrito por el coronel de artillería Gerónimo Espejo, en el que citó la primera visita de Simón Bolívar a esta ciudad ecuatoriana.

En la casa de la familia Avilés, frente al muelle donde llegó Bolívar, en un balcón había entre 40 y 50 mujeres "elegantemente vestidas con trajes blancos, cinturones, lazos y adornos de flores celestes, colores emblemáticos de la señal del nuevo estado". Según Mancero, estos colores son de la Provincia Libre de Guayaquil, y los vestidos, faldellines.

Al terminar Simón Bolívar su alocución, señaló el texto, aquellas mujeres gritaron al unísono 'Viva Guayaquil independiente', lo que, según el autor del libro, no cayó bien en Bolívar, "por cuanto se vio levantar la cara, mirar al balcón y calándose el elástico, seguir la marcha que le indicaba el cortejo hasta su casa".

"Con esto se demuestra que cada vez que los guayaquileños nos vestimos de blanco y celeste, es un símbolo de rebeldía, de identidad; y así decimos 'Viva Guayaquil independiente'", resaltó Mancero.

Influencias en la vestimenta de guayaquileñas

Una vez concretada la independencia de Guayaquil, en los años posteriores se liberó el comercio hacia países como Inglaterra y Francia, que generaron un impacto en la vestimenta de la época.

Las influencias ya no solo eran españolas, sino de esos países y del resto de regiones que habían dejado de ser colonias.

La influencia española radica desde mediados del siglo XVIII hasta el año 1830. En esa época, las mujeres coloniales lucían el manto y la saya, según el libro Crónicas del Guayaquil Antiguo, de Modesto Chávez Franco.

"El cabello lo llevan atado alto atrás, en graciosos rollos, o en dos bandos a los lados, o en dos trenzas gruesas con lazos vistosos y anchos", refiere la publicación.

Luego, a finales del siglo XVIII, apareció el faldellín, usado hasta después de la independencia.

En los años 1870 llegó la corriente francesa producto del comercio, con trajes coloridos, los de la denominada belle epoque, hasta inicios del siglo XX.

En esta etapa se importaron telas como paño tartán, muselina, lanilla inglesa, casimir; y objetos como encajes y guantes.

El faldellín dejó de ser utilizado por estas nuevas corrientes. (I)