El transporte urbano de Guayaquil pasa en estos momentos por una severa crisis económica, producto de la para de casi dos meses por la emergencia sanitaria por el COVID-19. Pero también, desde hace una semana, el servicio urbano experimenta un cambio radical con la disminución de rutas.

Así, de los 110 recorridos que funcionaban hasta antes del 16 de marzo, en que rige la emergencia sanitaria, con toque de queda incluido, a partir del lunes pasado solo quedaron establecidas 55 rutas. Se las denominó de la reactivación.

Según la Autoridad de Tránsito Municipal (ATM), el distanciamiento que se exige en todo el mundo para evitar contagios del virus provoca que los buses tengan que ir a menos de la mitad de su capacidad, “que si no se toman medidas provocará extensas filas y esperas en estaciones y paraderos. Además de poner en grave riesgo la viabilidad económica del transporte público”.

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La entidad señala que es necesario generar un sistema dinámico de movilidad, “si no lo hacemos, la ciudadanía llegará con horas de retraso a sus lugares de trabajo, las cooperativas empezarán a quebrar y, en un caso extremo, los usuarios empezarán a hacer caso omiso al distanciamiento en su desesperación por cumplir sus obligaciones laborales”.

No obstante, a partir del miércoles pasado en que Guayaquil pasó a semáforo amarillo, que supone una relajación de las restricciones, algunas rutas experimentaron justamente lo que la ATM dice que quiere evitar: largas colas y sobrecarga de pasajeros.

Frente a eso, el organismo hizo un llamado a los ciudadanos y conductores de buses a respetar las disposiciones.

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En todo caso, la ciudad ya tiene establecidas las 55 rutas nuevas cuya característica es estar sectorizadas y con solamente ciertos recorridos que llegan al centro mismo de la ciudad. Otras, por ejemplo, vienen desde la parroquia La Aurora, de Daule, hasta la ciudadela Alborada. Algunas tienen como base los asentamientos del noroeste o las zonas de la vía a la costa. (I)