María Isabel Santana tiene 30 años como educadora de preescolar. Su vida estuvo llena de cantos, abrazos y detalles de amor junto a sus niños dentro de una aula de clases. Ahora inició el año lectivo 2020-2021 a través de una pantalla. Los saluda con el mismo entusiasmo. Les habla del señor Sol, de dejar atrás la pereza. Les hace saber la importancia del abrazo, aunque ella tenga que hacerlo con sus propios brazos y ver a sus alumnos que hacen lo mismo.

Reconoce que esta metodología de estudio impuesta por la pandemia del COVID-19 es compleja y dolorosa. A sus 55 años tuvo que aprender a grabar videos, saber de archivos audiovisuales y plataformas. Rehusarse no era la salida. Lo hizo con ayuda de su hija de 12 años, pues también tiene que ser tutora en sus clases.

Tanto padres como docentes han asumido el reto de clases online, a pesar de que esto implique un esfuerzo económico, en aprendizajes y en organizarse en sus varias rutinas.

Publicidad

Fabián Caicedo, padre de tres niños, sufrió tres semanas para adquirir una notebook para los estudios de sus niños.

“Fue un martirio porque como era comprar por internet no te contestaban, si lo hacía era para indicarte que no había en stock, que no aceptaban crédito y los precios por las nubes”, dijo el padre de familia, quien se estrenó junto a sus hijos en esta modalidad.

Naty Caicedo contó que tuvo que prestarle a su novio una laptop y mandarla a arreglar para que su niña tome clases. Y que aparte tendrá que adquirir una impresora para trabajos.

Publicidad

María Elena Pincay contó que para adaptarse a estas rutinas inscribió a sus hijos a clases online de dibujo para tener práctica; sin embargo, en el día a día es complejo compartir equipos tecnológicos.

“Tenemos dos computadoras y una tablet para cinco personas en casa. Pensamos comprar una más, pero son gastos que no están contemplados porque las escuelas se supone que dan eso”, explicó.

Publicidad

Agregó que otro problema es la conexión en internet. “Todos nos conectamos al mismo tiempo y se pone todo lento, es difícil la recepción de la clase”, explicó la mujer, quien a más de ser tutora de tres niños tiene que atender sus dos trabajos.

Estas complicaciones también las tienen los docentes, quienes en dos meses se han integrado a este sistema, muchos con conocimiento nulo.

Sara López, docente de educación básica, contó que no le gustan las fotos y videos, peor tener grabadas sus clases en YouTube, pero le tocó aprender y hacer videos educativos.

Asimismo, Cecilia Vera, maestra guayaquileña con 25 años de experiencia, explicó que debe quedarse hasta la madrugada resolviendo tema, participando en talleres para entregar lo mejor a sus alumnos en este año lectivo.

Publicidad

Fabián Terán, presidente de la Unión de Docentes Municipales de Quito, explicó que son 1150 maestros de 20 instituciones municipales que enseñan a unos 20 000 alumnos. Mientras que en Guayaquil, decenas de maestros se capacitan para integrar a los niños al año lectivo que arrancará en las próximas semanas.

“A pesar de tener cursos de capacitaciones, en la práctica se dan situaciones para aprender. No hemos practicado porque todo fue presencial, pero ahora estamos dando todo por los niños”, indicó Terán.

Caicedo dijo que fue difícil acceder a plataformas como Zoom o Google Meet, pero que ya se está adaptando.

Niños con discapacidad inician clases este 1 de junio

Ximena Gilbert, directora de Inclusión Social del Municipio de Guayaquil, indicó que los niños con discapacidad en instituciones municipales empezarán las clases del año lectivo 2020-2021 el próximo 1 de junio como lo indicó el ministerio.

Agregó que la Dirección de Acción Social y de Educación les donó 150 tablets y que ellos están cotizando adicionales para entregarles a los niños y que inicien su clase. Añadió que también se analiza poder proveerles de conexión a internet.

“Hay que entender que nuestros niños con discapacidad necesitan de más atención, de un trabajo individualizado. Cada padre tendrá que trabajar con cada chico”, explicó ella.

Otro de los programas previsto es brindarle una atención emocional a los estudiantes y de sus familias. (I)