<strong>Por Cinthia Chiriboga*</strong>Muchas veces pensamos que todas las instituciones educativas son iguales, al tener que cumplir una “hoja de ruta” obligatoria que es el currículo. Si bien en Ecuador existe un currículo mandatorio para la educación pública, municipal, privada y fiscomisional en sus tres niveles (Inicial, Básica y Bachillerato), lo cierto es que este ofrece un importante margen de flexibilidad para ajustarlo a las particularidades de los grupos humanos que atiende cada institución y las realidades en que están insertos la escuela y las familias. Para el caso de las universidades, hay aún más libertad en los currículos que pueden ofrecer.Pero ¿qué mismo es el currículo? Más que una lista de temas secuenciados por grado de dificultad, a ser cubiertos en cada año y asignatura, expresa también los aprendizajes que interesa que los estudiantes logren, como resultado de las acciones pedagógicas de los docentes. Por lo tanto, además de qué van a aprender los estudiantes, nos señala cómo lo van a hacer.Dicho lo anterior, lo cierto es que en general en el sistema educativo ecuatoriano hay poca iniciativa para adaptar los currículos y para realizar pedagogías que usen los problemas auténticos de la localidad y de las vidas de los estudiantes y sus familias, para conectarlos con los saberes que aprenden. Tal vez en las escuelas catalogadas como interculturales bilingües y en pocas instituciones públicas y particulares, es posible encontrar mejores esfuerzos por romper con las concepciones tradicionales de enseñanza: en ocasiones se encuentran instituciones que integran asignaturas y juntan estudiantes de diversas edades para promover interaprendizaje. En otras se da centralidad a las cosmovisiones del grupo ancestral de pertenencia de la mayoría de los estudiantes, para replantear el sentido, propósito y ética del uso de los saberes de cada asignatura. En algunas instituciones se han atrevido a hacer inclusión de estudiantes con capacidades diversas y han dado lecciones de cómo es posible conciliar altos estándares de logro, con capacidad para acoger, apreciar, promover y defender el derecho de las personas con necesidades educativas especiales.¿Por qué es importante conocer el currículo de las instituciones? Porque permite tomar decisiones bien informadas, pues si se busca por ejemplo que los estudiantes desarrollen habilidades tempranas para el mundo laboral, será fundamental comprender si la institución educativa tiene formación para el mundo del trabajo, como los bachilleratos técnicos o los de formación dual. En estos últimos se alternan semanas de asistencia al colegio con períodos de presencia en empresas donde realizan entrenamiento profesional directo.Si se busca que los estudiantes participen en proyectos educativos dirigidos a superar exclusiones sociales o problemas socioambientales, existen instituciones que esto lo vuelven el eje organizador de su currículo. Otras instituciones enfatizan el arte en sus diversas expresiones como promotor del aprendizaje en las diversas disciplinas. Hay instituciones que combinan varios de estos ejes desde una visión de promoción de todos los talentos posibles en su cuerpo estudiantil. Es cuestión de indagar antes de decidir. (O)<strong>* Magíster en educación, Universidad de Harvard, Profesora de la USM-Campus Guayaquil, Consultora e Investigadora en Educación</strong>