Estoy consciente de la presencia de Dios en mí y a mi alrededor como amor, una energía que sana y armoniza. Al vivir desde esta base de conciencia espiritual, experimento bienestar, incluso en medio de retos. Los problemas humanos no me privan de confiar en el Espíritu, de saber que mi alma siempre está en perfección divina, así como fue creada.