Estados Unidos le devolvió a la Biblioteca del Vaticano una carta escrita por Cristóbal Colón en 1493 en la que anuncia su descubrimiento del Nuevo Mundo. La misiva había sido robada y sustituida por una falsificación.

Es la tercera devolución similar que se hace en los últimos años, después de que las autoridades estadounidenses determinaran que varias copias auténticas de la carta fueron robadas de bibliotecas en toda Europa y sustituidas con falsificaciones.

La embajadora estadounidense Callista Gingrich le entregó la carta el jueves al archivista jefe del Vaticano, el arzobispo Jean-Louis Brugues, y al prefecto de la biblioteca, el obispo Cesare Pasini.

Publicidad

Ambos monseñores les agradecieron a los investigadores estadounidenses lo que Brugues dijo fue su “ojo agudo y buen trabajo de detectives” para localizar el documento.

La carta provino de Mary Parsons, viuda de David Parsons, un actuario de Atlanta que la adquirió a un comerciante de libros raros en Nueva York en el 2004.

El texto de ocho páginas, escrito a mano y copiado en latín, refleja el asombro de Colón ante las tierras fértiles que encontró, “llenas de la mayor variedad de árboles que se alzan a las estrellas” y los tímidos indígenas que el almirante consideraba listos para ser conquistados por España.

Publicidad

La carta es una de unas pocas decenas de copias auténticas de la misiva original de Colón, que fue escrita en español en abril de 1493 y casi inmediatamente copiada en latín por el impresor Stephan Plannck en Roma.

Colón les había enviado la carta a los reyes de España Fernando e Isabel para ofrecer sus primeras impresiones sobre las riquezas que podían ser halladas en lo que creía era el extremo oriental de Asia. El Vaticano adquirió la misiva en 1921 como parte de una colección de libros y manuscritos raros.

Publicidad

Brugues les dijo a diplomáticos y funcionarios estadounidenses en la ceremonia de entrega en el Vaticano que no sabe cuándo ocurrió la sustitución, pero que las técnicas de falsificación usadas eran comunes en los siglos XIX y XX, “así que probablemente no sabremos nunca quién fue el falsificador”.

Defensa de compradores
Jamie McCall, fiscal federal asistente estadounidense, dijo que Mary Parsons, viuda de David Parsons, compró la copia de buena fe y no estaba implicada en el robo. David Parsons, un actuario de Atlanta, adquirió la carta a un comerciante de libros. (I)