Sobre una azotea en el distrito textil de Nueva York, una máquina del tamaño de un refrigerador llenó una botella estándar de gasolina frente a funcionarios y medios.
El combustible no vino de ningún pozo petrolero ni refinería. Salió del aire. Aircela, una startup climática neoyorquina, demostró que su dispositivo captura dióxido de carbono de la atmósfera y lo transforma en gasolina sintética lista para usar, sin modificaciones al motor ni a las estaciones de servicio.
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El producto es químicamente idéntico a la gasolina fósil pero más limpio, sin azufre ni etanol, reporta Indian Defence Review.
Crean combustible a partir del aire
Tal como explica el citado medio, el proceso combina dos pasos técnicos bastante directos. Primero, el aparato atrapa CO₂ del aire usando un módulo compacto.
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Luego, alimentado por electricidad renovable, convierte ese carbono junto con hidrógeno extraído del agua en combustible líquido. A diferencia de los biocombustibles o mezclas experimentales, esta gasolina funciona en cualquier vehículo con motor de combustión interna sin ajustes.
Hay mil 400 millones de esos vehículos rodando en el mundo y reemplazarlos tomará décadas, así que un combustible neutro en carbono compatible con la infraestructura actual podría tener impacto inmediato.
La estrategia de Aircela apunta a instalaciones modulares en hogares, negocios o zonas remotas donde las cadenas de suministro tradicionales son menos eficientes o más contaminantes.
Inversionistas con experiencia en descarbonización ya apostaron por el proyecto. Maersk Growth, brazo de capital de riesgo del gigante naviero, busca alternativas viables para el transporte marítimo de larga distancia donde las baterías no son prácticas.
También participan Chris Larsen, cofundador de Ripple Labs, y Jeff Ubben, inversionista activista en la junta directiva de ExxonMobil.
Las dudas principales giran alrededor de la escala y los costos porque el proceso requiere mucha energía para separar el agua en hidrógeno, y si esa electricidad no proviene de fuentes renovables, el beneficio climático se desvanece.
En Europa los combustibles sintéticos ya cuentan para metas de emisiones bajo el plan Fit for 55, pero Estados Unidos no tiene un marco regulatorio equivalente.
(I)