En un mundo lleno de distracciones, bajar el volumen puede ser una declaración de intención. Y es que, en tiempos en los que cada “ring” puede interrumpir la concentración, silenciar el teléfono se convirtió en más que una preferencia.
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En tiempos en los que cada “ring” puede interrumpir la concentración, silenciar el teléfono se convirtió en más que una preferencia.
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En un mundo lleno de distracciones, bajar el volumen puede ser una declaración de intención. Y es que, en tiempos en los que cada “ring” puede interrumpir la concentración, silenciar el teléfono se convirtió en más que una preferencia.
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