En las montañas del oeste de Irán, alondras migratorias caen en una trampa mortal que parece sacada de una película de terror. Lo que ven como una araña jugosa y una presa fácil resulta ser la cola de una víbora cornuda, un depredador que ha perfeccionado durante milenios uno de los disfraces más inquietantes del reino animal.
El ave baja confiada, extiende las garras y termina atrapada en las fauces de la serpiente. No hay araña real, solo un apéndice modificado que imita cada detalle del arácnido con precisión escalofriante.
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Inquietante táctica de la serpiente piel de araña
El sitio web Discover Wildlife explica que cuando investigadores examinaron especímenes en 1970, creyeron que la serpiente había sido preservada con una araña pegada a la cola.
Otros pensaron en tumores o parásitos. La verdad era más extraña, esas víboras nacen con colas normales, pero al crecer desarrollan una protuberancia similar al abdomen de una araña mientras las escamas se despliegan como patas.
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Para cazar, el reptil se enrosca sobre rocas calizas y hace temblar ligeramente su cola, animando a la falsa araña a caminar sobre su cuerpo camuflado hasta que algún pájaro o lagarto muerde el anzuelo.
El engaño no siempre funciona. Aves más experimentadas ignoran el señuelo y algunas serpientes tienen sus arañas falsas con extremidades rotas o faltantes.
Pero el espectáculo, cuando sale bien, representa algo único en la naturaleza, un cazador que literalmente viste la anatomía de su carnada, convirtiendo a otros depredadores en víctimas de su propio apetito.
(I)
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