Volar de Nueva York a Los Ángeles en menos de tres horas ya no suena a ciencia ficción. El pasado martes, el X-59 de<a href="https://www.eluniverso.com/temas/nasa/" target="_blank" rel="noreferrer" title="https://www.eluniverso.com/temas/nasa/"> la NASA </a>despegó desde la Base de la Fuerza Aérea Edwards en <a href="https://www.eluniverso.com/temas/california/" target="_blank" rel="noreferrer" title="https://www.eluniverso.com/temas/california/">California</a> y completó su primer vuelo real.Bautizado como el “Hijo del Concorde”, este avión monoplaza de diseño futurista promete algo que parecía imposible después de medio siglo, romper la barrera del sonido sin destrozar los tímpanos de nadie en tierra. Durante la prueba de una hora, la aeronave voló en un patrón oval a unas 240 millas por hora, aunque muy por debajo de su velocidad máxima de Mach 1.5, equivalente a 925 millas por hora, recoge<a href="https://www.the-sun.com/tech/15413035/nasa-supersonic-plane-maiden-flight/" target="_blank" rel="noreferrer" title="https://www.the-sun.com/tech/15413035/nasa-supersonic-plane-maiden-flight/"> The Sun. </a>Las próximas pruebas lo llevarán al límite mientras la NASA recopila datos sobre su comportamiento a velocidades supersónicas.La gran diferencia con el legendario Concorde no está solo en los números. Donde el avión británico-francés sacudía edificios con estruendos sónicos ensordecedores que provocaron miles de quejas ciudadanas y llevaron a prohibir vuelos supersónicos sobre territorio estadounidense, el X-59 ha sido diseñado para producir apenas un “golpe sónico” apagado. Lori Ozoroski, gerente del proyecto, lo describe como el sonido de una puerta de auto cerrándose al otro lado de la calle en casa de tu vecino. Nada que ver con las ondas expansivas que hacían temblar ventanas. El secreto está en su nariz alargada y alas delgadas que dispersan las ondas de choque en pequeñas ondulaciones en lugar de concentrarlas en una explosión. Construido por la compañía Lockheed Martin, el X-59 no pretende ser un prototipo comercial sino un laboratorio volador que registra más de 20 mil parámetros a través de 60 flujos de datos diferentes, información que los ingenieros usarán para desarrollar nuevos estándares de viaje supersónico silencioso.El plan de la NASA es volar el X-59 sobre comunidades selectas en Estados Unidos para que los residentes den su opinión sobre el ruido real que genera, y luego compartir esos datos con la Administración Federal de Aviación y reguladores internacionales. El presidente Donald Trump ya emitió una orden ejecutiva en la que argumenta que los avances en reducción de ruido han hecho estos vuelos “seguros, sostenibles y comercialmente viables”, criticando las regulaciones que durante más de 50 años mantuvieron en tierra la promesa del vuelo supersónico sobre tierra firme. Mientras tanto, el X-59 sigue en fase de pruebas en la Planta 42 de la Fuerza Aérea en Palmdale, California, donde completó en julio sus primeras pruebas de rodaje a baja velocidad. <b>(I)</b>