Los neolíticos -primeros humanos en dedicarse a la agricultura y la ganadería- pudieron haber disfrutado de masticar chicle tal como un niño en la actualidad. De hecho, sus trozos desechados revelan importantes detalles sobre cómo era el estilo de vida hace 6.000 años.
De acuerdo a Science Alert, las comunidades neolíticas en los Alpes europeos usaban el alquitrán -proveniente de la corteza del abedul y conocido como el material sintético más antiguo del mundo- para fijar los mangos de las cuchillas de piedra, reparar cerámica y masticar mientras trabajaban.
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El equipo de arqueólogos, que fue dirigido por Anna White, de la Universidad de Copenhague, describió en el estudio que ”el motivo preciso para masticar alquitrán sigue sin estar claro, pero se ha sugerido que se masticaba con fines medicinales, ya que contiene compuestos naturales con propiedades antimicrobianas”.
¿De qué va el estudio?
El equipo de investigadores analizó 30 artefactos de alquitrán de abedul provenientes de nueve yacimientos de la región alpina, que cuenta con la mayor cantidad de asentamientos lacustres de hasta 6.300 años de antigüedad. Doce de estos trozos de alquitrán estaban sueltos, muchos de ellos con indicios de haber sido masticados.
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Los adhesivos tienden a absorber todo tipo de sustancias del entorno, tanto accidental como intencionadamente. Es posible que las sustancias presentes en el alquitrán conservado, como la resina de pino, se hayan añadido para modificar las propiedades materiales del alquitrán de abedul.
Por otra parte, las muestras del microbioma oral humano se incrustaron accidentalmente en el alquitrán al masticarlo, junto con alimentos y otros materiales que se encontraban entre los dientes. Algunos fragmentos incluso tenían ADN de linaza y semillas de amapola, pero todavía no se sabe a ciencia cierta si estas últimas se consumían como alimento o por sus efectos opioides.
En 19 de las muestras, el ADN humano antiguo pudo conservarse con tanta fidelidad, que en algunos casos se pudiera identificar el sexo de la persona que lo masticó.
Los científicos consideran la posibilidad que las personas masticaran como una parte importante del trabajo con el alquitrán como material adhesivo, pues se endurece al enfriarse y masticarlo lo ablandaba.
Esto explicaría por qué fue hallado menos ADN microbiano oral en las muestras con mango y en los alquitranes cerámicos que en algunas de las piezas masticadas.
(I)
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