Un jubilado, de 73 años, vive su día a día de manera “divertida”. Bruce Campbell no vive en el aire, pero sí en un avión. Sí. En una aeronave Boeing que reconstruyó para llamar, sin proponérselo, la atención de curiosos en Hillsborough, en el estado de Oregon, Estados Unidos.
Campbell, de profesión ingeniero eléctrico, adquirió el Boeing 727 que era netamente clase turista, difunden en El Confidencial.
De vivir en un avión no se arrepiente. La elección, afirma, ha valido la pena.
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Sueño cumplido
Su sueño de vivir en una aeronave comenzó cuando tenía 15 años. A esa edad, recuerda, vio un cementerio de aviones en la televisión y decidió que quería vivir en uno”, publica El Economista.
En los años ’70, Bruce Campbell compró cuatro hectáreas de tierra en Hillsboro, un suburbio de Portland, Oregon, Estados Unidos. Pagó 25.800 dólares, según expresa a CNBC Make It.
A través de una empresa de salvamento halló un avión de pasajeros Boeing 727, de 200 pasajeros que medía 100m2 y pesaba alrededor de 30.000 kilos, de la aerolínea Olympic Airways (hoy Olympic Airlines)”, difunde El Economista.
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Resalta que este Boeing estaba en Grecia y ofrece este dato: “El avión se usó para transportar los restos del propietario de la aerolínea, Aristóteles Onassis, en 1975. El difunto magnate naviero greco-argentino estaba casado con la ex primera dama estadounidense, Jacqueline Kennedy Onassis, en el momento de su muerte”.
Traerlo a Estados Unidos y comenzar a remodelarlo, eliminando los motores, costó unos 135.000 dólares.
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Cómo se vive en un avión
La aeronave conserva su estructura original y en el interior dispone de “un sofá futón, una ducha ‘primitiva’ interior para protegerse del clima y una zona destinada a la cocina”.
El jubilado señala que puede vivir bien con menos de 400 dólares al mes. Tiene, expresa, cubiertas sus necesidades básicas.
Como electrodomésticos, informa, en su casa Boeing cuenta con una lavadora, un refrigerador, un microondas y un horno tostador.
No le gusta cocinar, dice con humor, al tiempo que destaca que sus alimentos los conserva “en un antiguo carrito de catering aéreo”.
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Las facturas mensuales por vivir en este avión rozan los 40o dólares, que -agregan en El Economista, “incluyen los impuestos sobre la propiedad y la electricidad”.
Cuenta que permite que la gente lo visite y recorra su avión, donde hay también un pequeño fregadero, una ducha y un espacio de trabajo.
Para entrar al avión se sube por las escalerillas de la parte posterior.
Felicidad
Sus días son divertidos, los pasa “restaurando viejos sistemas informáticos”.
A su hogar lo llaman “la casa con alas” y gusta mucho por estar rodeado de bosque.
En esta casa todo está de cabeza
Se describe, a los 73 años, satisfecho con la vida. Ha declarado: “Si eres ingeniero, científico o cualquiera que aprecie la elegancia y la belleza de la tecnología aeroespacial, (el avión) es simplemente un lugar más feliz para vivir”.
A quien se acerca con curiosidad, y en entrevistas, este capitán de su propio Boeing manifiesta: “Jetliner homes are really cool (Las casas de los aviones de pasajeros son realmente geniales)”. (I)