¿Qué implica que la Feria Internacional del Libro de Quito (FIL) tenga un “aroma de mujer”, como la calificó la ministra de Cultura, Angélica Arias?, ¿la palabra como espacio de reivindicación política del feminismo?, ¿la subordinación de la calidad literaria al activismo?, ¿la garantía de nuevas sensibilidades?, ¿un pretexto para la inclusión o exclusión de otras voces que no son políticamente correctas?