¡Bravo por Parásito y su director Bong Joon-ho! Ganó la mejor película de todas, pero aparte de este acontecimiento, no hay mucho más por lo cual sentirse emocionado.

La larguísima edición número 92 de los premios Óscar fue en su mayoría una ceremonia fría, sin emoción, aburrida. Una sucesión de presentadores y premios bastante automatizada. Ni siquiera las generalmente cómicas Maya Rudolph y Kristen Wiig tuvieron una intervención afortunada. Mejor suerte corrieron Will Ferrell y Julia Louis-Dreyfus al entregar los premios a Mejor Cinematografía y Mejor Edición. Sus chistes, aunque tradicionales, fueron efectivos.

El dúo de presentadores más destacado fue, sin duda, el de Diane Keaton y Keanu Reeves (quienes actuaron juntos en la cinta Alguien tiene que ceder). La personalidad de Keaton, irreverente y despistada al querer abrir el sobre antes de mencionar a los nominados, o su espontaneidad al pedirle a Reeves que lea el nombre del ganador, antes de que ella lo hiciera mal, fueron de los momentos más divertidos y sinceros de la noche.

Publicidad

Otro momento cumbre fue la presencia de Eminem para interpretar la canción ganadora del Óscar, Lose Yourself, de su película 8 Mile. Aunque un poco fuera de contexto, su presentación logró despertar a los asistentes al Dolby Theater y a los que estábamos en casa también.

Los mejores momentos, y mejores discursos, vinieron de la mano de los responsables de la gran ganadora de la noche, Parásito. Palabras sinceras, con emoción genuina y bien recibidas por todos los presentes, lo que se vio reflejado al final de la ceremonia cuando Tom Hanks y Charlize Theron en primera fila, aplaudían y hacían gestos para que los productores del filme siguieran hablando, a pesar de que les habían apagado ya las luces.

Los ganadores de la noche estuvieron bastante correctos, pero los productores de los Óscar tienen que hacer algo para revitalizar un show, que año tras años, parece ser más pesado y rutinario que el anterior. (O)