En 1963, con sentidas palabras, el influyente compositor del siglo XX Ígor Stravinski escribió lo siguiente: “Ojalá que quien escuche esta música jamás experimente la burla a la que fue sometida y de la cual fui testigo en el Théâtre des Champs Elysées, en París, la primavera de 1913”.
Stravinski se refería al ballet Le Sacre du Printemps (La consagración de la primavera), puesta en escena y abucheada por el público en aquella época debido, en parte, a la coreografía de Vaslav Nijinsky, que no contaba con la rigidez de la técnica y movimientos clásicos del ballet.
“Todo lo que en la danza clásica se trabaja con la rotación de la cadera y los pies, en esta pieza se lo trabajó hacia dentro. Las puntas no se estiraban, se flexionaban, y en vez de trabajar una sensación etérea, (Nijinsky) volvió todo superpercutivo”, explica Jessica Abouganem, directora y docente de la compañía de danza En Avant, que en mayo pasado presentó una versión libre de este ballet en el Teatro Centro Cívico Eloy Alfaro.
Publicidad
“Fue la primera instancia en la que se rompió con la estructura de la danza en el ámbito clásico, incluso antes de que la danza moderna tuviese esa nomenclatura”, agrega.
Luego afirma que la danza moderna, que surgió a inicios del siglo XX con maestros como Martha Graham en Estados Unidos o José Arcadio Limón en México, “es una búsqueda de movimientos más genuinos, más apegados a los sentimientos que por sobre la técnica”.
Jorge Parra, bailarín y director de Zona Escena y organizador del Festival de Danzas Fragmentos de Junio y del Festival Internacional de Artes Escénicas, opina que en la danza moderna “los bailarines tenían como prioridad rechazar la opresión del ballet. Aunque en este tipo de danza también se cayó en el mismo discurso”.
Publicidad
“Se desarrollaron métodos precisos y técnicas depuradas con variaciones, fraseos y discursos corporales que la danza contemporánea ha deconstruido hasta hoy”, dice.
En el ágora abandonada del parque lineal de Kennedy Norte, en Guayaquil, Tatiana Palma y Denisse Colo Ramos, directoras de la compañía de danza Momentum, discuten sobre la oposición de la danza contemporánea frente a lo académico.
Publicidad
“Mientras lo clásico busca levantarte en el aire, lo contemporáneo te conecta con el suelo, contrayendo los músculos y creando movimientos con su liberación”, expresan.
Lo hacen luego de impartir clases de este género al aire libre, “como estrategia para tomarse los espacios públicos”, dicen.
Ramos, graduada de la academia de artes de la Joffrey Ballet School, piensa como su compañera: ver la danza moderna como una expresión artística multiplataforma, que “se une con nuevas herramientas y tecnologías como las artes visuales”. (I)