La vimos tan seductora en películas como "Una propuesta indecente" o  "Streeptese", en la segunda hasta interpretó el papel de una madre capaz de hacer todo por su hija, a pesar de trabajar como bailarina erótica y ser asediada por la justicia que pretendía quitársela. 

Romántica y frágil en cintas como Ghost, donde se enfrentó a la pérdida de su amor y tuvo que lidiar con el dolor de su partida. La vimos rebelde en "Gi Jame" y decidida en "Cuestión de Honor", donde compartió escenas con Tom Cruise, Jack Nicolson y Aaron Sorkin. 

Lo cierto es que las memorias de Demi Moore ( El libro sobre su biografía lanzado en septiembre) nos muestran a una  mujer en estado crudo y puro, la cual supo ganarse su merecida fama mundial con cada una de sus interpretaciones, pero que ha sufrido duras pruebas también. 

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Y es que lidiar con la fama no siempre es sencillo.  Sus hijas, quienes describen a Demi como una madre amorosa, también pasaban amargos momentos al tener que compartirla con millones de anónimos que la juzgaban a cada paso.

La actriz participó junto a sus hijas de un programa en el cual se mostraron abiertamente sinceras respecto a las pesadillas que el alcohol provocó en la superestrella norteamericana ya que una de las experiencias que más hizo sufrir a Demi y a su círculo familiar fue su adicción al alcohol.

La actriz de 56 años, para quien el tiempo no pasa,  aceptó sentarse frente a una cámara de televisión junto a las tres hijas que tuvo con Bruce Willis -Rumer, Scout y Tallulah- para discutir sobre los detalles aparecidos en la autobiografía Inside Out, uno de los más celebrados best sellers de los últimos tiempos en los Estados Unidos.

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Jada Pinkett Smit, quien dirigía la entrevista, le consultó a la menor de las hermanas, Tallulah, qué fue lo que ella sintió al ver a Demi en estado de ebriedad. “Es como si el sol se hubiera puesto y un monstruo hubiera venido”, afirmó Tallulah sobre los momentos en que su madre había bebido en exceso.

“Recuerdo solo la ansiedad que surgía en mi cuerpo cuando sentía que sus ojos se estaban cerrando un poco más... por la forma en que hablaba. O que sería mucho más cariñosa conmigo si no estuviera sobria”, añadió la joven de 25 años.

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“Era muy extraño y había momentos momentos en los que nos enojábamos. Recuerdo estar muy molesta y tratarla como a una niña y hablarle como a una niña. No era la madre con la que habíamos crecido”, dijo Tallulah con Demi sentada frente a ella. “Era todo adverso”, aportó Rumer, la mayor de ellas (31 años) cuando fue su turno.

La mala relación con sus hijas -y la profundización de sus adicciones- llegaron tiempo después de que Moore se separara definitivamente del actor Ashton Kutcher. “Estaba luchando mentalmente y no se cuidaba”, confió una fuente cercana a la mujer a la revista People. “Ella tampoco tenía la mejor relación con sus hijas y su vida se convirtió en un caos”.  

Demi Moore Inside Out, un libro revelador 

La vida de Moore que se relata en el libre parece estar  lejos de las imágenes glamorosas que ha mostrado durante décadas. Hace pocas semanas, cuando comenzaron a difundirse algunos detalles de sus memorias se entrevieron algunas sombras en el perfil de la protagonista de películas como Propuesta indecente o La teniente O’Neil.

El libro, escrito en colaboración con Ariel Levy, salió en septiembre pasado en los Estados Unidos. Revela intimidades como la pérdida de un embarazo avanzado a los 42 años, el vértigo autodestructivo de sus padres, una violación a los 15 años, la adicción a distintas sustancias, las relaciones abusivas y los trastornos de alimentación detrás de la máscara hermosa. “He tenido una suerte extraordinaria en la vida: tanto buena como mala suerte”, escribió la actriz. “Escribir todo me hace comprender que mucho fue muy loco, muy improbable. Pero todos sufrimos, y todos triunfamos, y todos podemos elegir cómo sostener ambas cosas".

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Cuando Demi tocó fondo

“La misma pregunta me daba vueltas en la cabeza: ‘¿Cómo llegué hasta aquí?’”, comienza el prólogo del libro. 

La perspectiva parece abstracta: “Tenía casi 50 años. El esposo que había pensado que era el amor de mi vida me había engañado, y a continuación había decidido que no quería sacar nuestro matrimonio adelante. Mis hijas no me hablaban: ni llamadas de feliz cumpleaños, ni textos de feliz Navidad. Nada. Su padre —un amigo con el que había contado durante años— ya no era parte de mi vida. La carrera por la que había luchado para crear desde que me fui del apartamento de mi madre a los 16 años se había estancado, o acaso había terminado”.

Sin embargo, el punto de vista es otro: Moore está semiinconsciente, en un sillón, sufriendo convulsiones tras una combinación de alcohol, marihuana sintética y óxido nitroso.

Apenas logró gritar ”¡No!” cuando entendió que iban a llamar a la línea de emergencias. “Sabía lo que seguiría: la ambulancia, los paparazzi, el anuncio en TMZ: ‘¡Demi Moore ingresada de urgencia en un hospital por drogas!’”.

Todo eso pasó. Pero hubo algo distinto, agregó: “Decidí quedarme inmóvil, tras una vida de huir, y enfrentarme. Había hecho mucho en 50 años, pero no creo haber vivido mucho, realmente, porque pasé la mayor parte de ese tiempo presente a medias, asustada de ser yo, convencida de que no merecía lo bueno, y tratando desesperadamente de arreglar lo malo”.

Hoy, sus hijas están a su lado y saben -no sólo porque lo leyeron, sino porque lo vivieron- las pesadilllas que atravesó una de las mujeres más talentosas de la industria cinematográfica. La misma que muestra una figura impoluta para el exterior, pero que convive y lucha diaramente contra sus fantasmas. (E)