Cuando Ecuador ve la luz el primer día del siglo XX, Eloy Alfaro era presidente de la República, la doctrina liberal radical es la dominante en el gobierno revolucionario. El liberalismo ecuatoriano era una ideología con una fuerte carga anticlerical y daba a conocer conceptos nuevos sobre la libertad y la tolerancia. El liberalismo era la antítesis del conservadurismo garciano, que era la representación del pasado, ser liberal era adaptarse a la modernidad.
En el campo de la literatura especialmente en la poesía la preeminencia la tenía el romanticismo y la llamada poesía mariana cuyo contenido estaba lleno de bucolismo, escenas costumbristas y amores tiernos; exponentes de este estilo eran autores como Luis Cordero, Federico Proaño, Remigio Crespo Toral, Honorato Vásquez y Juan León Mera.
Este tipo de poesía tuvo su apogeo hasta los primeros años del siglo XX, la aparición del modernismo lo comienza a desplazar, aunque esta corriente llega al país con algo de atraso, más o menos en 1912, cuando Rubén Darío el máximo exponente del mismo estaba a punto de morir.
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Las características del modernismo pueden ser variadas, pero hay unos puntos que son coincidentes en todos los autores que lo experimentaron, como es el anticonformismo, un rechazo acentuado al convencionalismo burgués, un marcado afán de renovación de la poesía, la exaltación del individuo, pesimismo como actitud ante la vida, y un marcado realismo.
Entre los precursores modernistas están Miguel Valverde, Nicolás Augusto González, y destacan especialmente las figuras de César Borja Lavayen y Francisco Falquez Ampuero. En la obra 'Los precursores del Modernismo en el Ecuador' de la autoría del Dr. José Antonio Falconí Villagómez, le da un lugar importante a la obra poética de Borja (1851-1910), médico de profesión y un consumado admirador de la literatura clásica antigua como Horacio, Virgilio y Ovidio. Falconí lo califica como ''un hombre múltiple como los del Renacimiento''. Su obra recopilada en un solo volumen titulado 'Flores tardías y joyas ajenas' contienen 44 poemas originales y traducciones de poetas franceses como Baudelaire, Leconte de Lisle, Verlaine entre otros.
Poeta de formación clásica, con toque romántico pero ya con un estilo modernista que resalta de la obra de sus compañeros de generación, en su poema Flores tardías ya menciona a la muerte de manera permanente.
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Fragmento del poema Flores tardías
Piedades ... ¡Oh piedades! -vendréis a mis despojos:
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es fuerza que al cadáver lo lleven a enterrar;
ni os tocarán mis manos, ni os mirarán mis ojos:
me llevaréis a descansar.
Mi pecho será mármol, mi sangre será nieve.
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Y el plasma que fue vida de espíritu y razón
dulce panal de vermes, que en lo interior se mueve
y no lo siente el corazón.
¡Oh, fúnebres piedades de póstumo consuelo!
cavad, cavad profunda la fosa, para mí;
cavadla en tierra dura, donde es más duro el suelo
como la vida que viví.
También se debe mencionar que Francisco Falquez Ampuero (1877-1947) sigue el ejemplo de otros poetas como Víctor Escala, Wenceslao Pareja y Modesto Chávez Franco, su estadía de varios años en Europa le permitió empaparse de su cultura cosmopolita. Su poesía contiene una fuerte carga erótica y política, como ejemplo está el poema 'Enseña roja', un canto anarquista, que es una declaración de principios a favor de los oprimidos.
Enseña roja
Vivid tranquilos, seres macilentos. . .
de hirsuta barba y diestra vengadora,
que han de cesar los bárbaros tormentos
y están muy cerca las amables horas...
Pálida raza que el dolor asedia
hasta en la huesa que respeto infunde,
estamos al final de la tragedia
y tu hoja invicta en los malvados hunde!
El trono que miramos tan erguido
en vano lucha por vivir con gloria:
es un mueble de lujo, carcomido,
en el salón de fiesta de la Historia, etc.
La mayoría de los poetas ecuatorianos de esos momentos se empaparon no solo de la obra de Rubén Darío, también recibieron una influencia poderosa de los poetas parnasianos y simbolistas franceses. Además de intentar renovar en el fondo y la forma el quehacer literario, y no solo eso, mantuvieron una actitud de reclamo y osadía frente a una sociedad decadente y provinciana. Esa actitud desafiante es mencionada por el escritor Gonzalo Zaldumbide que entre 1910-1915 recordaba haber visto en las calles de la conventual Quito, ''seis o siete mozos que se recuestan y se resbalan contrastando el énfasis de sus melenas con la corrección del traje y llevando para mayor elegancia un alma atormentada''.
Todos estos jóvenes que serían los representantes del modernismo y de la llamada Generación Decapitada eran parte de familias de clase media alta o de apellidos aristocráticos, de ahí surgen Ernesto Noboa y Caamaño, Humberto Fierro, Arturo Borja y Medardo Ángel Silva. Coincidencia siniestra, todos estos poetas que cambiaron la literatura ecuatoriana, murieron jóvenes y en circunstancias trágicas (suicidios y sobredosis de drogas), todos en sus obras tienen una marcada tendencia a lo sombrío, a ver la vida y el amor con pesimismo y con una fijación trágica por la muerte.
RETORNO
Humberto Fierro (1890-1929)
Llegó de lejano país
El compañero,
Que vimos partir del país
Un mes de Enero.
Conversa afectuoso y está
Encanecido,
Al lado del piano, que está
Dado al olvido.
¿Por qué su sonrisa infeliz
Al sol que muere?
Nos calla que ha sido infeliz,
¿Ya no nos quiere...?
El viento deshoja el jardín
Hoy mustio y viejo,
Y él ve amarillear el jardín
En el espejo.
EMOCIÓN VESPERAL
Ernesto Noboa y Caamaño (1889-1927)
Hay tardes en las que uno desearía
embarcarse y partir sin rumbo cierto,
y, silenciosamente, de algún puerto,
irse alejando mientras muere el día;
Emprender una larga travesía
y perderse después en un desierto
y misterioso mar, no descubierto
por ningún navegante todavía.
Aunque uno sepa que hasta los remotos
confines de los piélagos ignotos
le seguirá el cortejo de sus penas,
Y que, al desvanecerse el espejismo,
desde las glaucas ondas del abismo
le tentarán las últimas sirenas.
EN EL BLANCO CEMENTERIO
Arturo Borja (1892-1912)
En el blanco cementerio
fue la cita. Tú viniste
toda dulzura y misterio,
delicadamente triste…
Tu voz fina y temblorosa
se deshojó en el ambiente
como si fuera una rosa
que se muere lentamente…
Íbamos por la avenida
llena de cruces y flores
como sombras de ultravida
que renuevan sus amores.
Tus labios revoloteaban
como una mariposa,
y sus llamas inquietaban
mi delectación morosa.
Yo estaba loco, tú loca,
y sangraron de pasión
mi corazón y tu boca
roja, como un corazón.
La tarde iba ya cayendo;
tuviste miedo y llorando
yo te dije:– Estoy muriendo
porque tú me estás matando.
En el blanco cementerio
fue la cita. Tú te fuiste
dejándome en el misterio
como nadie, solo y triste.
Uno de los vehículos que permitió la circulación de las obras poéticas de todos estos autores fueron las revistas literarias y las páginas literarias de los periódicos. Una de ellas fue la revista Letras que aparece en 1912 y era dirigida por Isaac J. Barrera en Quito. En Guayaquil el diario El Guante poseía una sección llamada Lunes Literarios.
Lo que más impacta fue el Telégrafo literario (aparecido entre 1913 y 1914) que fue una tribuna para los nuevos poetas, ''y cuyos escritos con estilo que acuchilla el sentido común e hiriendo los tímpanos del vulgo municipal y espeso'', según comentara el periodista Manuel J. Calle.
Otra revista que también es un apoyo para los modernistas fue Renacimiento (1916-1917), en donde el jefe de redacción fue Medardo Ángel Silva y los fundadores fueron Falconí Villagómez y José María Egas. Aparte Silva fue parte del comité de redacción de la publicación y muchos de sus poemas fueron publicados en sus páginas que luego serían recogidos para ser publicados en su libro El árbol del bien y del mal.
La corriente modernista tuvo su vigencia hasta mediados de la década del 20, pero su influencia se mantuvo de manera permanente dentro de nuestras letras. (I)