Cada vez que Ernesto Suárez regresa a Guayaquil, revive todas las experiencias que tuvo con aquellos amigos que durante su exilio en el país –época de la dictadura argentina (1976-1983)– le tendieron una mano, además de su cariño. “Para mí es muy hermoso volver al Guayaquil de mis amores, en donde hicimos tanta historia, en donde formamos a tantos actores”, cuenta el argentino, que esta semana se alista para hacer una reposición que estrenó hace treinta años en la Perla del Pacífico.