Me llamó la atención este fin de semana un tributo por los 50 años de la última aparición en vivo de los Beatles, el icónico concierto en la azotea del edificio Apple Corps, en Londres. Lo que me motivó a ir –tomando en cuenta que me parece un cliché cuando una banda local toca temas tradicionales de los Fab Four, más desgastados que la mayoría de mis jeans– es la banda que interpretó dicho tributo.