Las canchas y los camerinos del fútbol tuvieron un infiltrado en los últimos cinco años: Gaz Alazraki, director y productor ejecutivo de la celebrada comedia de Netflix Club de cuervos sobre un equipo mexicano de fútbol, dice que no es admirador de este deporte.

“No, al contrario, no me gusta para nada, aunque lo conozco muy bien porque en mi casa era de lo único de lo que se hablaba todos los domingos”, dijo Alazraki en una entrevista.

Su idea original para la serie, que ayer estrenó su cuarta y última temporada, era hacer una sátira del fútbol que planteara la pregunta de “¿a quién le vas cuando le vas a un equipo?”. “Este fanatismo por el fútbol nadie se ha frenado a deconstruirlo y a entender de dónde sale”, dijo el director, cuyos créditos también incluyen la película Nosotros los Nobles.

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“Por muchos años fue sin cuestionarse el deporte que todos querían ver y entre más fanático era más virtud”, agregó. “A mi gusto vale la pena que te frenes a pensar antes de nada más meterte de lleno”.

Los negocios turbios de los dueños del equipo, fiestas desenfrenadas, el uso de esteroides de sus jugadores y muchas situaciones comprometedoras más presentadas en la serie hicieron que el entusiasmo de futbolistas y equipos de la vida real por participar en ella decayera para la segunda temporada. Unos no estaban de acuerdo con las críticas, otros estaban dispuestos a soportarlas.

Pero no todo es vicio en Club de cuervos, la primera producción de Neftlix realizada fuera de Estados Unidos. El servicio de streaming buscaba replicar el fenómeno de House of cards y Orange is the new black, pues del éxito de la serie dependía que se hicieran más experimentos similares.

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Una de las peculiaridades de la serie son los fans que ha sumado alrededor del mundo a pesar de estar hablada en español y de que se desarrolla principalmente en el pueblo ficticio de Nuevo Toledo. Para Alazraki es algo positivo que se refleje la diversidad del idioma español en sus personajes con acentos variados y un lenguaje propio.

“Cuervos” no solo llegó a su cuarta temporada, también tuvo el spinoff La balada de Hugo Sánchez, mientras que Netflix ha hecho cada vez más producciones internacionales y planea llegar a 100 en los próximos años. La plataforma alcanzó 130 millones de suscriptores en el 2018.

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“El trabajo que hicimos creo que no desilusionó, funcionó, y entonces se abrió Netflix para producir en otros países y encontrar más modelos de éxito”, dijo Alazraki, para quien la experiencia fue una especie de graduación al tener una producción de tal magnitud y con tanta gente involucrada. (E)