Apuntando cada vez más alto, la firma de origen español Loewe presentó este sábado en la Semana de la Moda de París su primer desfile masculino, con una colección de siluetas longilíneas que miran al futuro.

Ni los "chalecos amarillos", movilizados por décimo sábado consecutivo contra las políticas del gobierno francés, alteraron el estreno de la histórica marca en la pasarela masculina, pese a que la mayoría de firmas que también desfilan este sábado cambiaron su horaio y ubicación, y Dior incluso lo adelantó al viernes.

Loewe, propiedad del grupo de lujo francés LVMH, apostó no obstante por una audiencia discreta en número -comparado con los pases multitudinarios de sus colecciones femeninas-, en una sala de la sede de la Unesco que decoró con una imponente estructura naranja, con forma de cajón con compartimentos.

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Hasta ahora, Loewe era una de las contadas marcas de la Semana de la Moda que exponía sus colecciones de forma estática, en su sede parisina.

"Sentí que había llegado el momento", dijo su director artístico, Jonathan Anderson.

Este norirlandés treintañero, de ojos azules y mirada tímida, cumple este año un lustro al frente de la creación de esta marca fundada en España a mediados del sigo XIX y especializada en la artesanía y el trabajo del cuero.

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"Cuando pones las prendas en movimiento, el concepto es radicalmente distinto. Tienes que dar un paso atrás y ver cómo funciona el conjunto, la actitud" que se desprende, dijo Anderson a la prensa, después del pase.

Pese a que clasicismo rima con Loewe, su joven director artístico se ha empeñado en modernizar lo tradicional, asegurándose de que el presente de asimismo cabida a las delicadas prendas de piel de borrego, las gabardinas de cuero y los estampados Príncipe de Gales.

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En su desfile masculino con un fondo de música sintética que apela al futuro, el hombre, tocado con una fina gorra tipo aviador y gafas de sol rectas y estrechas, se alarga con camisas y jerséis de lana que superan las manos y acarician las rodillas.

- El toque argentino -

Los jerséis de lana se decoran con piedras semipreciosas que se combinan con pantalones revestidos de anchas perneras de cuero, que se llevan con la cremallera abierta hasta los tobillos, en un look a medio camino entre "lo occidental y lo que no lo es, con un aire argentino", según Anderson.

También son longilíneas las siluetas que lucen un traje violeta o rosa con solapas de otro color, y mangas de camisa extralargas.

Los bolsillos bordados con un retazo de cuero en un pantalón o una camisa recuerdan el ADN de la casa, mientras el rosa pálido se cuela en algunos conjuntos, en una chaqueta abombada o en una mochila acolchada con asas de piel negras.

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Anderson incluye además su detalle más desenfadado: varios pétalos de piel multicolores en la visera de una gorra o anudando un chal verde.

En un homenaje a Marilyn Monroe, una camisa holgada recupera una de sus imágenes "comercializadas" después de su trágica muerte, porque para que sea bonito, "hay que fluctuar entre la felicidad y la tristeza", dijo el norirlandés. (I)