‘Noches de ópera’ fue una de las primeras notas periodísticas vinculadas al campo cultural que este Diario publicó hace 97 años. En una de sus páginas también consta un aviso de una obra en el Teatro Edén.

“A lo largo del tiempo, Guayaquil fue paso obligado de las compañías de teatro, zarzuelas, operetas, que iban hacia Lima y Santiago. Guayaquil era una ciudad en donde había mucho dinero y la gente que había viajado a Europa tenía un grado cultural que desgraciadamente eso ya se perdió”, comenta José Antonio Gómez Iturralde, curador cultural del Club de la Unión.

Un criterio similar tienen Jorge Suárez, crítico de cine, y Melvin Hoyos, director de Cultura del Municipio de Guayaquil. “Guayaquil era una ciudad que se interesaba más por el teatro, la ópera y la zarzuela que por el cine. Se los llamaba ‘teatros’ porque para ello se habían construido. Al llegar el cinematógrafo tuvieron que ‘trabajar’ para los dos artes”, comenta Suárez.

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Hoyos añade que la gente en esa época, o el cliente que tenía esas actividades de tipo cultural, era más culto. “Necesitaba vender su producto, el personaje u obra. Venderlo de una manera más adecuada y, en consecuencia, necesitaba describirlo de mejor forma. En ese entonces la gente leía más, ahora (se) ve más imagen, que lo que lee (...)”, dice.

En ese contexto, agrega Hoyos, hay un cambio estrechamente vinculado con el desarrollo de la tecnología. “Y esto para mí es involución no evolución. El desarrollo cultural de la gente se ha visto seriamente afectado para mal no para bien, porque en ese entonces mientras más descripciones había, mejor (se) conocía lo que se iba a ver”, reitera.

Las notas periodísticas –dice Gómez Iturralde– no solamente tenían los nombres de los programas y de sus autores, sino también se daban características personales del éxito que tuvieron en Europa. “Todo eso se comentaba en el periódico y ampliamente, no era un simple aviso como ahora”, explica.

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Según Suárez, “los avisos, generalmente, se publicaban. Lo vertical alcanzaba los catorce centímetros y lo horizontal, dos columnas (6,5 cm). Cada sala se promocionaba independientemente, pero, justamente, en 1921, el Edén y el Olmedo comenzaron a publicar un solo aviso. Había una página especial para estos. En ellos se resaltaba el nombre y apellido del empresario que había traído la compañía o la cinta. El más famoso era Eduardo Rivas Ors”, apunta.

Como parte del espectáculo internacional, rememora Gómez Iturralde, a Guayaquil llegó desde Estados Unidos el cine mudo (Charles Chaplin), del cómico Harold Lloyd, El gordo y el flaco, entre otros.

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Hoyos cuenta que eran comunes los espectáculos de zarzuela. “Había compañías de teatro cómico, venidas de Argentina, Chile y México, principalmente de Argentina. Era muy raro ver que venían de otras partes (...)”, sostiene.

También señala que grandes compañías teatrales que tuvieron éxito en su camino de ida a los Estados Unidos encontraron un nicho en Sudamérica, porque no tenían en dónde presentarse en Europa tras lo ocurrido con la Primera Guerra Mundial.

Los teatros más conocidos por esa época eran el Olmedo (Luque, entre Pichincha y Pedro Carbo, donde hoy venden la Lotería); el Parisiana (García Avilés, entre Luque y Vélez); el Edén (9 de Octubre entre Chile y Chimborazo), según los consultados.

Suárez añade también que en 1921 inauguraron el Colón, situado en Las Peñas (también llamado Cinema de Las Peñas, cercano a las escalinatas que hoy llevan al faro), porque apareció otro Colón, que tenía una academia de billar y pista de patinaje, estaba en las calles Colón y Chimborazo.

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Tras varias modificaciones durante estos 97 años, Vida y Estilo es hoy el espacio dedicado a la difusión de las actividades culturales, religiosas, tecnológicas, moda, entretenimiento, gastronomía, intercultural, entre otras temáticas. (I)