Que los pensamientos no son únicos, si no que hay una especie de “conciencia colectiva”, y esas ideas son pasadas de forma conciente o inconciente entre las personas, es el concepto base del challenge (reto) que creó Serj Tankian, líder de System of a Down, con el objetivo de hacer una creación colectiva musical mundial.

El challenge, llamado 7 Notes Experiment, convocó a músicos de todo el planeta, entre ellos un ecuatoriano. El músico guayaquileño Carlos Murgueitio se enteró de este experimento gracias a un amigo y comenzó a trabajar en su creación. La semana pasada se enteró de que su composición fue seleccionada entre las 100 mejores del género rock.

“La composición no podía ser mayor a tres minutos, ya había dos dificultades, usar las 7 notas y el tiempo límite”, comenta. Grabó durante cuatro días, en el estudio de su amigo y exprofesor de guitarra, Tomás Cansing Cruz. Carlos hizo los arreglos y grabó las líneas para bajo, guitarra, batería y síntesis, “casi un hombre orquesta”, y Cansing se encargó de las consolas.

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El tema I am Sin (In the Name of God) es de género rock, “con muchas texturas y capas”, en el que en poco tiempo “pasan muchas cosas (...) siempre estoy moviéndome, amalgamando música clásica, rock estilo, progresivo, industrial, música ambiente (...) quizás por eso llamó la atención”. Entre los jueces de 7 Notes, además de Tankian, estaban Shavo Odadjan, baterista de System of a Down, el pianista de jazz Tigran Hamasyan y Judy Smith, decana fundadora del Herb Alpert College of Music de la UCLA, en Estados Unidos.

El camino de aprendizaje

Para Carlos, de 33 años, es muy importante que el jurado haya tenido un “background jazzero y clásico”, porque ha llevado un proceso de años, 25 exactamente, aprendiendo no solo en una corriente, y este ha sido el resultado logrado gracias a personas como Tomás, o su maestro de infancia Ernesto Molestina, quien lo apoyó en su decisión, a pesar del corta tiempo -ocho años- de hacer música propia.

Aprendió guitarra eléctrica, clásica y piano. Desde hace unos años tiene dos maestros, Terry Pazmiño y Julio Izurieta, con los que se ha adentrado en el estudio de los ritmos indígenas, de la música popular en general.

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“Admiro al compositor Luis Humberto Salgado, era genial (...), y también lo que hacen los músicos populares”; y desde una visión diferente, ahora entiende que en la sencillez de la melodía yace la riqueza del mensaje de géneros como el pasillo, que antes no era de su preferencia.

Carlos no piensa tanto en géneros. Mezcla ritmos indígenas y contemporáneos, como en Memorias y sonidos del hombre mestizo, una suite que presentó hace dos años. Compone música clásica, pasillos amalgamados con jazz modal. Pero regresa siempre al rock.

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“¿Por qué volví al rock?, se pregunta. Nunca me he ido en realidad”, se responde. Uno de los ejemplos a seguir de Carlos es Steve Hackett, segundo guitarrista de Genesis, con quien mantiene contacto desde el 2012; incluso se conocieron hace dos años.

“Cuando le dije que había empezado con la guitarra clásica gracias a él, me dijo 'no dejes el rock, en el rock puedes hacer lo que sea, es tu esencia'”, cuenta. Cuando oyó el tema que envió al challenge, le dijo que era “fuerte, poderoso, con elementos dispares pero coherentes”.

Su disco propio

Los discos clásicos, como Pet Sounds o The Dark Side of The Moon, son clásicos porque la gente pudo escucharlos, apreciarlos. Se caracterizan por ser cortos, no duran más de 45 minutos. Es algo que Carlos aprendió gracias al músico Steven Wilson y quiere plasmar en el disco que está produciendo.

Es un disco instrumental, en el que predomina el rock, pero tiene muchas cosas, como fusionar Bach, David Bowie y a Genesis. Para componer, Carlos hace un bosquejo, por lo general en el piano, por ser un instrumento muy armónico. Por ello, al principio iba a hacer un disco solo en este instrumento, pero se percató de que sus creaciones daban para algo más electrónico e industrial.

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El tema general del disco es la capacidad de redimirse que tiene el espíritu humano. “Si escuchas el tema del challenge, es sombrío pero al final termino con luz, me gusta jugar con esos elementos, el claroscuro, hay contrastes asentados pero al mismo tiempo hay un balance”. Además, como músicos como  Coltrane o Bach, cree que es posible elevar el espíritu humano a través de la música.

Otras actividades

- Ha organizado dos ediciones del Guayaquil Summer Academy y Guayaquil Summer Choral Academy, en la Universidad Espíritu Santo. El objetivo es que los músicos locales se expongan, mejoren técnica e interactúen con maestros extranjeros. Este año, prevé realizar una edición de jazz, además de las que ya existen.

- Participa en Culebra Cascabel, un proyecto multidisciplinario de música, narración, expresión corporal, sonidos con artefactos reciclados, dirigido por Manuel Larrea. Su próxima presentación es el 2 de marzo en el Miniteatro del ITAE. (I)