Visualice esta escena: la montaña El Capitán, una roca de granito de 914 metros de altura localizada en el parque nacional de Yosemite (California). Ahora, imagine lanzar una moneda y no volver a ver esa moneda nunca más porque se cayó al vacío. Así de desafiante y temible es la pared vertical que desde este 1 de octubre va a escalar el quiteño Sebastián Carrasco, deportista con discapacidad física a consecuencia de una lesión medular, a nivel cervical C5, C6. “Un reto bastante fuerte, bastante ambicioso”, dice en contacto con EL UNIVERSO. En su portafolio constan varios logros: la coronación de la montaña más alta de África, el Kilimanjaro (a 5.895 metros sobre el nivel del mar), subir a la cumbre del volcán Cayambe (5.790 msnm) y llegar hasta 5.700 msnm de altura en su intento a la cumbre del Cotopaxi.
Imágenes compartidas en su cuenta de Instagram dan cuenta de la densidad y firmeza de los brazos y la seguridad en la fuerza de la mente. El viernes, Sebastián, junto con un equipo de diez personas, tomaron la ruta El Mezcalito hacia el extenuante ascenso por la pared vertical de El Capitán. En la primera etapa de la misión instalaron el campamento a unos 200 metros desde el piso y pernoctaron. Mucho frío en la noche. En historias deja el mensaje: “8:45 am nos preparamos para despegar”. El Zuko tiene contemplado que le tomará de cinco a siete días solo llegar arriba y de ahí el descenso va a ser otro día solo de bajar. Para los registros. No está del todo convencido, pero sostiene que a nivel de Latinoamérica o Ecuador, una persona con discapacidad que suba El Capitán va a ser la primera vez.
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Carrasco ha puesto en práctica métodos de respiración diferentes, para aprender a respirar solo por la nariz, y ha probado con inmersiones en agua fría para controlar la ansiedad y la respiración. Es que su desafío implica estar de cinco a siete días colgado, cocinando, haciendo el aseo personal y durmiendo dentro de unas carpas especiales que tienen que cargar durante la escalada. No será la primera vez que intente conquistar El Capitán. El Zuko escalaba mucho, era su profesión, era guía de alta montaña, pues se formó como guía en Canadá. Empezó a escalar desde el año 2000. Narra que en uno de sus viajes fue a escalar en Yosemite, pero “fueron tan solo cinco días; vi la pared, y en ese entonces no creo que estaba técnicamente o mentalmente listo para escalar esta gran pared”, reconoce.
Un accidente el año 2015, cuando hizo un salto al vacío a 12 metros de altura mientras realizaba unas prácticas en un sistema de cuerdas altas, en las afueras de Machachi, provocó una lesión medular a nivel cervical C5, C6. “Por mala comunicación con mi compañero yo creí que él me tenía asegurado (...) Fue un error mío. Salté. Él no me tenía asegurado y así fue lo que pasó. Tuve una lesión medular a nivel cervical”, dice en su relato. Explica que “clínicamente soy considerado cuadripléjico porque todavía no he recuperado la fuerza completamente en mis manos. Por mi lesión medular mis brazos se vieron afectados y lo que más se afectó fueron mis manos”. A pesar de la emergencia que tuvo ocho años atrás, Sebastián Carrasco se moviliza solo en su carro, puede bajar y subir su silla de ruedas completamente solo. Él vive con sus hijas y comparten la mitad del momento con su mamá. “Soy casi 100 por ciento independiente, hay pocas cosas que no puedo hacer, pero para el resto del diario vivir puedo hacerlo. He descubierto la manera para hacerlo completamente solo”, afirma.
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Preparación: El desafío para mí es mi tema de discapacidad, que no puedo caminar. El desafío de hacerlo todo con mis brazos, sí ha implicado un entrenamiento muy especial. He estado con entrenamientos a veces de doble sesiones al día, muchísima disciplina en temas de nutrición, el cuidado. Entrené en un lugar que se llama el Muro, que es un muro de escalada que queda en Cumbayá.
Sistema: tengo montado una cuerda fija, y lo que hago es subo y bajo, subo y bajo, muchísimas veces. En un inicio empecé haciéndolo dos veces, después subía y bajaba cuatro veces. El alto de esta cuerda o de esta pared en el muro donde entreno tiene 12 metros. Después empecé a mejorar, a hacerlo varias veces; llegué a hacerlo siete veces en un día y después le aumenté el peso. Empecé con 5 kilos, después 10 kilos. El 21 de septiembre, que fue el último día de entrenamiento (en Ecuador), lo hice con 15 kilos, sin tantas repeticiones.
Fortalecimiento: muchísimo fortalecimiento con pesas, trabajando mucho todo lo que es el tren superior, todo es en los brazos, obviamente. Aparte de la parte física, también mentalmente prepararme para eso, saber que como es una pared tan grande y yo me voy a mover lento, a pesar de los entrenamientos, para una persona sin discapacidad, el promedio para escaladores con experiencia es que se demoran alrededor de cuatro días. No he podido hacer muchos entrenamientos en roca o en paredes naturales por la logística, sí fui a entrenar a un lugar que se llama el Acantilado, que queda en las faldas del Chimborazo, y ahí estuvimos entrenando a 3.800 metros, donde la altura implica un desafío extra y también estuvo bueno.
Equipo: son todos ecuatorianos, escaladores superexperimentados. Ellos se adelantaron en ir, yo soy de los últimos con un compañero más que viajamos el lunes (25 de septiembre). De las diez personas que me acompañan, seis de ellos ya han subido El Capitán algunas veces, algunos realmente son muy expertos y han subido la pared en tan solo 13 horas. Un punto importante es que El Capitán tiene muchas rutas para escalar, la ruta más famosa se llama The Nose y la ruta que nosotros vamos a hacer se llama Mezcalito, que es la primera vez que todos mis amigos lo vamos a hacer. No es una vía que va recto, tiene algunas travesías; todo eso hay conocer muy bien, el parque, el clima.
Roles del equipo: cuatro personas que abren la ruta son los escaladores más fuertes, entre ellos se van turnando porque es una ruta tan larga. Uno abre la ruta o ‘puntea’, lo que nosotros nos referimos en el mundo de la escalada. Otros tienen que ir subiendo el equipo, que nosotros decimos ‘petateando’ porque todo el equipo va en maletas especiales que se llaman petates que vienen reforzadas para ir rozando la pared. Van personas también que van a filmar porque la idea de esto es hacer un minidocumental de este desafío. Y otras personas que van a documentar para las redes sociales. Hay otras personas que no van a subir, que solo van a estar en la base de la pared, ayudándonos con la logística, también ayudándonos para la bajada. Uno de los roles de ellos es que me vayan asistiendo, ayudando mientras voy subiendo. “Voy a subir solo con la fuerza de los brazos”.
Los Andes, otro escenario: los retos del Cayambe, el Cotopaxi, implican que uno está en un glaciar, estaba en un equipo de 20 personas, yo con el método de una wincha me trataba de remolcar, de impulsar, pero tuve mucha ayuda de mi equipo. En este caso cambia el escenario completo, no hay glaciar, es un mundo de roca completamente vertical. Tiras una moneda y no volviste a ver esa moneda nunca más porque se cayó al vacío. (Desde el campamento) ese vacío va a ir subiendo, esa gravedad se va a ir sintiendo desde el inicio. Son técnicas de cuerda que utilizamos muy parecidas, pero son mundos diferentes completamente.
Después de un largo proceso de aceptación, Sebastián logró encontrar una nueva manera de disfrutar de la naturaleza y el deporte de aventura. Esto le ha motivado a promover el deporte para personas con discapacidad. Tiene más objetivos en planes. (D)