En el Ecuador, cada día son más quienes se lanzan a correr por la ciudad o a levantar pesas en entrenamientos funcionales inspirados en el crossfit o en el fisicoculturismo.

La tendencia crece impulsada por redes sociales, comunidades fitness y la búsqueda de un estilo de vida saludable. Sin embargo, en muchos, el entusiasmo no siempre es equivalente a la preparación física requerida.

Así lo advierte la doctora Ruth Izquierdo, directora del Máster Universitario Fisioterapia Neurológica de la Universidad Internacional de Valencia (VIU, por sus siglas en inglés), perteneciente a la red de educación superior Planeta Formación y Universidades.

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“El auge de actividades como el running urbano o el crossfit se debe a su accesibilidad, el impulso de las redes sociales y la búsqueda de un estilo de vida más saludable", explica.

“Sin embargo, muchas personas se inician sin una preparación física adecuada, sin evaluación previa o con excesiva autoexigencia, lo que incrementa el riesgo de lesiones”, añade.

De acuerdo con la experta, la competitividad, el entrenamiento intensivo y la falta de descanso son factores que agravan el problema. A ello se suma la tendencia a replicar rutinas encontradas en internet, muchas veces sin supervisión ni adaptación al estado físico de cada persona.

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Entre los errores más frecuentes destacan empezar con intensidades o volúmenes excesivos, no realizar una valoración física o médica previa, copiar rutinas de internet o de otras personas sin adaptación individual, ignorar la técnica de ejecución y la importancia del calentamiento y la recuperación, así como entrenar sin periodización ni control de la carga.

Todo esto puede llevar a sobrecargas musculares, tendinopatías o lesiones articulares que podrían evitarse con una buena guía profesional. Por eso, el papel de los entrenadores y fisioterapeutas es esencial.

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“Los entrenadores tienen un rol clave en diseñar programas seguros y personalizados, adaptando las cargas de trabajo y corrigiendo la técnica”, explica Izquierdo.

Y complementa: “Los fisioterapeutas, por su parte, contribuyen con la valoración funcional, detección de desequilibrios musculares y aplicación de estrategias preventivas”.

Además, la docente recuerda que la educación en salud física es un pilar fundamental para reducir el riesgo de lesiones porque promueve la comprensión de cómo funciona el cuerpo, la importancia del descanso, la nutrición y la progresión del ejercicio.

Conocer los principios básicos del entrenamiento y los riesgos del mal uso permite ser más conscientes y responsables. La prevención empieza mucho antes de la primera carrera o del primer levantamiento de peso.

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Realizar una valoración inicial, progresar gradualmente, priorizar la técnica y respetar los tiempos de recuperación son prácticas esenciales para garantizar que el ejercicio siga siendo sinónimo de salud.

“Fomentar la cultura del ‘moverse bien antes que moverse más’ es esencial para que la actividad física sea realmente sinónimo de salud”, concluye la profesional. (D)