Cayambe, PICHINCHA

Recibido con algarabía, por su gente y sus conocidos, aunque ya no son muchos de aquellos que dejó en Cayambe (Pichincha) cuando partió hace 68 años, el afamado relator de béisbol Jaime Jarrín regresó a su lugar natal para recibir un sentido homenaje a su trayectoria profesional, aquella que labró como voz oficial de los Dodgers, en el béisbol norteamericano.

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Jarrín nació en Cayambe en 1935, ciudad que este jueves lo recibió como hijo ilustre para rendirle un homenaje en reconocimiento a su dilatada trayectoria, esa que puso su voz como un nexo inseparable con los Dodgers, equipo que en la actualidad lo tiene como un “tesoro” y como una “parte vital” de su historia, según reconocimiento hecho por la misma escuadra de Los Ángeles.

Esta vez el municipio cayambeño quiso rendir homenaje a Jarrín (87 años), entre múltiples distinciones con una placa que destaca su “narración apasionada y habilidad para transmitir el béisbol”, una “verdadera contribución de Jaime Jarrín como embajador de la esencia latina en el deporte”, al que estuvo ligado por más de seis décadas hasta su jubilación en 2022, cuando fue distinguido por los Dodgers con un contrato de por vida para representación oficial.

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“Estoy profunda y humildemente emocionado ante esta demostración de mis paisanos cayambeños. Nací aquí, en un lugar precioso de verdad al que siempre llevo conmigo”, indicó Jarrín.

Durante el evento, el icónico locutor siguió con atención los relatos que se hicieron de su vida familiar y profesional, con imágenes extraídas de los mismos libros de historia que cuentan la evolución y desarrollo de Cayambe, ciudad de la que su familia fue una de las fundadoras.

Este regreso a su ciudad es “más especial”, por ser la primera vez desde la llegada del pandemia, que le privó de cumplir algunos deseos y compartir con su familia, a la que pidió se extienda el homenaje, “por que fueron prácticamente quienes iniciaron todo en este cantón, como dueños de extensas tierras que hoy vemos con satisfacción son muy productivas en muchas manos que han hecho de esta localidad un motor de la economía del país por ser zona exportadora de flores”.

Jarrín destacó las bondades de la tierra cayambeña y sus semejanzas con zonas productivas de Estados Unidos.

“Estos lugares, estas plantaciones, me recuerdan a California por la belleza del paisaje, pero más lo siento por ser una tierra bondadosa y generosa, porque si se siembran piedras, piedras se cosechará en abundancia”.

Cayambe ‘en mi mente’

Jarrín mantiene un vínculo especial con su ciudad, su escuela 9 de Julio y la gente que lo acompañó en sus primeros años, por eso los tenía presente en sus transmisiones, donde los mencionaba con frecuencia.

“Siempre he llevado en mi mente a Cayambe. En las transmisiones de béisbol, en los minutos finales del partido y con resultados definidos siempre decía ‘ya estoy viendo las casitas de mi pueblo, la cúpula de la iglesia, la escuelita; ya estamos llegando al fin de la jornada’, es que siempre los he llevado en mi mente”.

Es también un agradecido de la tierra que lo vio crecer y jugar con sus amigos y primos que llegaban desde Quito para pasar el verano y recorrer a saltos por las piedras del río Blanco.

En 1955 dejó Ecuador para abrirse campo en la radiofonía de Estados Unidos, donde logró transformarse en un verdadero ícono, aunque sin ser extraño al sufrimiento de compatriotas migrantes que lo pasaban mal, pese a que “hace 70 años Estados Unidos era un país generoso y bondadoso”.

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Hoy, “todo ha cambiado para los migrantes, especialmente para los latinos, quizás porque tienen el temor que lleguemos a ser mayoría”, apuntó.

Por eso en su despedida pidió a los ecuatorianos que “no vayan” en busca del sueño americano, si no cuentan con lo indispensable, “que no se arriesguen, si no tienen la documentación necesaria”.

Duele ver el sacrificio de la gente por llegar a Estados Unidos, un país que para mí es el mejor país del mundo, aunque con muchos problemas, pero sigue siendo el mejor país del mundo. Es difícil para la gente que va sin papeles, indocumentados, para ellos es un infierno porque no hay trabajo y si lo encuentran son los que nadie quiere hacer allá”, lamentó. (D)