El boxeador Julio Castillo llegó a Tokio 2020 como abanderado de Ecuador y promesa de medalla. La poca preparación cambió sus planes: fue debut y despedida, y en su país hablaron de un posible retiro tras no conseguir el objetivo en su tercera participación en unos Juegos Olímpicos.

Hoy el pugilista, subcampeón mundial en 2019 en la categoría 91 kilos, está en Valledupar con la energía renovada para empezar en los XIX Juegos Bolivarianos otro ciclo olímpico.

“Hay mucha ilusión con París, por eso volví a entrenar”, expresó a Efe Castillo, quien ya superó el primer escollo en el ring del Parque de la Leyenda Vallenata ‘Consuelo Araujo Noguera’.

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En su estreno en el certamen demostró que la llama está encendida. Volvió a arder dentro de él y ganó su combate con una puntuación de 5-0 sobre el peruano José María Lúcar, una carta fuerte de la delegación inca con un paso por Tokio 2020 entre sus logros.

“No fue fácil porque el peruano también es olímpico y tiene su rodaje, pero yo respeto a todos mis rivales arriba del ring. Nunca menosprecio a nadie. Solo salí a hacer lo mío y se ganó. Trabajé tranquilo, sin exagerar, sin buscar una lesión o algo”, sostuvo el ecuatoriano de 34 años.

Yula, como es conocido, está lejos de pensar en el retiro, en Valledupar lo comprobó. No le dio chance a su rival y exhibió toda su experiencia en su quinta participación en unos Bolivarianos.

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“Arriba del ring uno sabe cómo está. Ya me di cuenta que estoy bien. Me dejó buenas sensaciones”, señaló el pugilista, que también clasificó a Londres 2012 y Rio 2016.

Allí, en medio de la efervescencia del público vallenato, conocedor del boxeo, reafirmó que no colgará los guantes: “La gente especula, pero el que siente es uno y el que sabe hasta dónde puede llegar es uno. Confío en mis capacidades y en mi disciplina a la hora de entrenar. El que da la última palabra es el deportista”.

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Su decisión ha sido seguir en el ring. Tiene pendiente esa medalla olímpica para Ecuador. Sus condiciones y palmarés lo avalan para creer en sus posibilidades.

Tiene oros en Bolivarianos y Sudamericanos, dos platas y un bronce en Panamericanos, sumados al segundo lugar en el Mundial en 2019.

Julia, la chispa adecuada

A su vida llegó la chispa adecuada: su hija Julia, de ocho meses. Nació después de los Olímpicos para endosarle la suficiente motivación para seguir después de frustrarse en Tokio por esos dos años sin peleas de preparación que, al final, pasaron factura.

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“Quiero regalarle muchas medallas a mi hija y que se sienta orgullosa de mí en un futuro. Todavía quiero dar un buen resultado para mi país en el boxeo”, comentó Castillo sobre sus razones para mantenerse en combate.

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Sus sensaciones en Valledupar son positivas, pues dijo haberse entrenado muy bien para la competencia y comprobó que la parte física está “excelente” gracias al trabajo que realizó en resistencia.

Sin embargo, confesó que vive este evento del ciclo “con mucha nostalgia”.

“Creo que pueden ser mis últimos Juegos Bolivarianos y hay mucha nostalgia, y a la vez mucho amor porque esto es lo que me gusta, me llena de mucho amor. Los quiero disfrutar”, afirmó.

Irá tras el oro en su siguiente combate. El jueves enfrentará a Marlon Andrés Hurtado, de 18 años y considerado la nueva sangre del boxeo colombiano, en la categoría pesado (81-91K). Ya dio muestra de su potencial ante el chileno Andrews Salgado, en una pelea que el réferi debió suspender.

“Es un buen muchacho y tiene buen talento, pero arriba el ring gana el mejor”, anticipó Yula.

Sobre lo que viene para el equipo ecuatoriano, Castillo solo espera que puedan tener “buena preparación con competencias, que es lo que no tuvimos en Tokio, y no hemos tenido hasta ahora”.

Subrayó que “se deben arreglar las situaciones políticas en Ecuador en el tema del deporte, y de ahí para allá yo creo que podríamos llegar bien” a los eventos del ciclo olímpico y a la gran cita en París 2024. (D)